“Todo el tiempo buscaba suicidarme”. Delonte West no habla del sufrimiento vivido hace un par de años, cuando se viralizaron imágenes suyas, viviendo en calle, peleando, pidiendo limosna y con un claro aspecto de indigente que hacía hasta difícil su reconocimiento… En una nota en el Washington Post, en 2015, el ex NBA contó sus pesares durante su infancia y adolescencia, cuando era usual que se cortara las venas o tomara pastillas que ni siquiera conocía. Así fue que entró y salió varias veces de hospitales infantiles. “Estaba buscando llamar la atención”, admitió.
La pasó mal en Prince George, ciudad de Maryland, cerca de Washington DC, su lugar de nacimiento. Criado en una familia pobre, padeció el bullying escolar por su color de pelo (rojo), sus padres se separaron, tuvo que vivir en el campo y allí se desataron sus desordenes de conducta. El básquet lo rescató. Y su talento lo llevó a la NBA, en 2004. Jugó ocho temporadas, varias en un buen nivel, siendo siempre parte de la rotación de los equipos (Boston, Seattle, Cleveland y Dallas) y hasta fue compañero de LeBron James. Luego probó suerte en el exterior hasta su regreso y retiro en la G-League, en 2015.
A partir de ahí volvieron los problemas que terminaron dilapidando su fortuna –en la NBA, solamente, ganó 16.3 millones de dólares- y viviendo en la calle. En enero del 2020 fue noticia cuando un Policía lo arrestó y grabó un video en el que se lo veía en las peores condiciones. Y en septiembre directamente se lo vio como un homeless. Mark Cuban, dueño de los Mavericks, lo rescató e internó en un centro de rehabilitación en Florida. Tras una mejora ostensible, volvió a las redes de la mano de Ice Cube, el rapero que le dio un empujón para que volviera a jugar al básquet, nada menos que en Big 3, la competencia profesional de 3×3 que integran muchos ex NBA. Pero, luego de un intento, otro arresto y video volvieron a encender las alarmas. Esta es su historia, la de un chico que ha vivido en el infierno y el cielo, varias veces…
El primer punto de quiebre en su vida sucedió una noche de 1997, en un hospital en Cumberland, Maryland. “Ya no aguantaba más y me convencí, era el momento suicidarme. Lo decidí: tenía que ser esa noche. En mi habitación y como fuera…”, admitió tiempo después. Pero no lo logró. Escuchó una voz interior y terminó arrodillado, rezando, negociando “un trato con Dios” a través de una promesa que hizo en silencio.
Si me ayudas a sobrevivir y a salir de esto, a jugar al básquet profesional, yo me aseguraré de glorificar tu nombre…
Esa noche pasó y un mes después recibió el alta. Tenía 14 años cuando se inscribió en el secundario Eleanor Roosevelt en Greenbelt y se terminó destacando, al punto de ser el mejor jugador de la región y recibir una beca de la Universidad de Saint Joseph’s. En su tercer y último año saltó a la consideración nacional al promediar 19 puntos y 4.7 asistencias en camino a un récord de 30-2 y una llegada hasta los ocho mejores del torneo de la NCAA (participan más de 300 universidades), formando una mediacancha de elite con Jameer Nelson. Eso le dio el empujón para ser elegido en la primera ronda del draft NBA, en 2004, por parte de los Celtics, nada menos. En Boston jugó las primeras tres temporadas, con buen suceso (12.2 puntos, 4.4 asistencias y 3 rebotes) para este base-escolta de 1m91 que hacía un poco de todo. Estuvo en la génesis del equipo que ganaría el título en 2008… De hecho, justamente, en junio del 2007, fue cambiado a Seattle en el canje que sumó a Ray Allen, parte del Big 4 de Boston que lograría el campeonato, un año después.
Seis meses después pasó a Cleveland, donde jugaría junto al Rey LeBron durante un año y medio, ayudándolo (con 10.3 puntos, 4.5 asistencias y 3.7 recobres) a lograr el N° 1 de la fase regular y llegando hasta la final del Este. Pero un año después pasó a Minnesota, con menos suerte. Volvió a Boston y después fue a Dallas, pero no logró sostenerse en la mejor liga del mundo, pese a que su nivel terminó siendo bastante bueno.
¿Qué pasó? El click se produjo en septiembre de 2008, en Cleveland, durante su mejor momento. Una pelea con un árbitro durante un amistoso, que coincidió con la separación de su mujer, derivó en estudios que arrojaron su “trastorno bipolar” y un “descanso” de dos semanas. Tal vez se equivocó en hacerlo público (“este es un fantasma que tuve toda mi vida, un comportamiento autodestructivo que tengo”, admitió) porque a partir de ahí ya nada fue igual. Sobre todo a partir de un rumor que se esparció por toda la NBA luego de que los Cavs fracasaran en playoffs, tras un brillante fase regular: Delonte está saliendo con la madre de LeBron, Gloria, dijeron. West lo negó, nadie sabe qué pensó James, pero a los pocos meses, el Rey decidió irse a Miami Heat y West empezó a desbarrancar.
En septiembre del 2009, la Policía lo detuvo por ir haciendo “maniobras peligrosas” con su moto. Pero lo peor fue que le encontraron varias armas en una bolsa y fue acusado de ocho cargos: le dieron ocho meses de detención domiciliaria. El incidente se lo vio detrás del prisma de la enfermedad mental que el mismo jugador había admitido y ya nada fue igual. En el lockout de 2011, cuando los partidos se suspendieron, buscó empleó y lo consiguió, primero en HomeDepot y luego en un comercio de muebles. Los Mavs le dieron la última chance pero fue dos veces suspendido por “conductas en detrimento del equipo” y Cuban, el dueño, le tuvo que pedir que no se presentara a la siguiente pretemporada. Eso le hizo peor… Él mismo contó que solía sentarse en el balcón de su departamento, que daba al estadio de los Mavs, para ver la gente entrar. Durante dos horas y media, sin moverse. “Estaba triste, malhumorado… Cada día lloraba. Y no comía. Todo por aquella mala decisión de contar todo. Pensé que la gente lo dejaría pasar, pero no…”, explicó.
En 2012 admitió haber dormido en el vestuario de los Mavs y hasta en su auto por no tener dinero para el alquiler de su vivienda. Esto fue antes de intentar jugar en el exterior. Disputó un puñado de partidos en China y arregló para pasar por la liga de Venezuela, pero nunca llegó a debutar, por sus vaivenes emocionales. El último intento, en la G-League, la liga de desarrollo de la NBA, tampoco terminó bien, con una lesión que lo terminó alejando definitivamente de su gran pasión, el básquet.
Ahí terminó de irse a pique. Los pocos ahorros que le quedaban desaparecieron y, con el dinero, los pocos “amigos del campeón” que quedaban… Todo empezó a ser negro en su vida y, en especial, en su cabeza. Y perdió todo. Todo. El ambiente NBA -y mundial- quedó shockeado cuando, en enero del 2019, un policía –que luego sería suspendido- grabó un video de West en condiciones deplorables luego de protagonizar una pelea en medio de una autopista en Washington DC –se ve cómo otro hombre le pega brutalmente en el piso mientras el tráfico está detenido-. West estaba sin camisa, sucio y desorientado. Interrogado y esposado, mostró su peor y más triste versión en aquel video.
Eso activó la ayuda de algunos ex compañeros, en especial Jameer Nelson. Pero aquel base que había hecho gran dupla con él en la NCAA confesó que Delonte se negaba a recibir ayuda. “Todo lo que podemos hacer es rezar por él y por su familia, y esperar que busque la ayuda que necesita”, comentó. La NBA, la Asociación de Jugadores y el entrenador Doc Rivers buscaron intervenir en los meses siguientes. Le plantearon la necesidad de ser internado en un centro médico, pero el ex jugador se negó. Y sus pesares continuaron, en las calles… Hasta que en agosto varias fotos y un video lo mostraron aún peor, al costado de una autopista en Dallas.
A su ayuda fue Cuban, quien pudo hacer lo que ningún ex compañero o familiar consiguieron: internarlo en un centro de rehabilitación en Florida. El excéntrico propietario de los Mavs, quien ya había intentado ayudarlo antes –se ofreció a ser su consejero financiero para que no gastara tanto dinero-, se encontró con su hermana y lo rescató de una estación de servicio. Costeó la internación en un centro en el que recibió ayuda para luchar contra sus adicciones y problemas mentales. A esta noticia positiva se le sumaron las imágenes suyas jugando al básquet una cancha cubierta y Cuban compartió otras andando a caballo. “Señores y señores, les presento a Delonte West. Todavía le queda un largo, largo, camino, pero está dando sus primeros pasos. Les comparto estas imágenes y les agradezco el amor y el apoyo…”, escribió en redes sociales. Al tiempo, hizo otro posteo con fotos de West en un kayak y jugando al frisbee con terapeutas. “Como todos queremos algo con lo que sentirnos bien hoy, aquí está su actualización de Delonte West. Todavía es una batalla cuesta arriba, ¡pero está subiendo!”, comunicó Mark.
Las buenas noticias no se detuvieron y el rapero Ice Cube compartió fotos y videos de West en su intento por volver al básquet profesional, en este caso en la Big 3. Tras terminar con su proceso de rehabilitación por adicción a las drogas, se entrenó para la prueba que le hicieron en Las Vegas para ingresar a la liga de 3×3 creada por Cube y en la que participan varios ex NBA como Joe Johnson o Lamar Odom. A mitad de marzo estuvo listo para la prueba y se viralizaron videos en los que hablaba de su nueva chance.
Pero, pocos meses después, en junio, otro video pidiendo limosna en las calles prendieron las alarmas. Luego se conoció la noticia de una detención por andar vagando y ya no hubo más novedades, más allá de una foto en la que parecía estar entrenando para volver a jugar en Puerto Rico.
Cuando vio una luz al final del túnel, reapareció el infierno.