Tras se consagrado campeón de la Ligue 1 sin disputar las últimas fechas del certamen por la pandemia del coronavirus, el Paris Saint Germain va en busca de un nuevo título que le de impulso en su afán por conquistar la Champions League en agosto. Se mide al Saint-Etienne en la final de Copa de Francia, lo que marca el gran regreso de la competición oficial en el país ante un público muy restringido.
El equipo encabezado de Kylian Mbappé y Neymar –con la presencia argentina de Icardi, Paredes y Di María– ha logrado una buena preparación y es el gran favorito. En sus últimos tres amistosos hicieron 20 goles y no encajaron ninguno.
“El objetivo era llegar sin lesiones, con las piernas y la cabeza frescas. Estamos listos para jugar este partido. Será el primer partido competitivo, es siempre especial, pero tengo la sensación de que estamos listos”, declaró su entrenador, el alemán Thomas Tuchel, que tiene solamente de baja al español Juan Bernat.
El técnico germano la pasada temporada no ganó ninguna de las copas domésticas ni internacionales y debe probar que eso solo fue un accidente. En el horizonte también tiene su partido con Lyon, en la final de la Copa de la Liga, el 31 de julio. Y después el gran desafío ante el Atalanta, en cuartos de la Champions, a jugarse en Lisboa el 12 de agosto.
Para Saint-Etienne, que jugará su primera final de Copa de Francia desde 1982, la interrupción ligada al coronavirus permitió evacuar los malos recuerdos de una temporada 2019/20 en la que terminó en la 17ª plaza de Ligue 1. ”Partimos sobre nuevas bases. Todo el mundo está al máximo y ha llegado con la mente vacía”, aseguró el delantero Denis Bouanga.
Aunque la espera ha sido larga, los aficionados de ambos equipos deploraron el acceso muy limitado a las tribunas e hicieron saber que iban voluntariamente a perderse la cita, después de que el presidente de la federación (FFF), Noël Le Graët, no lograra aumentar el número de espectadores.
Pese a la tradicional presencia en la tribuna del presidente de la República, Emmanuel Macron, los dos equipos se encuentran en un contexto marcado por el COVID-19, por lo que el partido se desarrolla en un Stade de France casi vacío. Es el primer partido oficial de fútbol en territorio galo desde el 10 de marzo.
Debido al protocolo sanitario, hay un público limitado a menos de 5.000 espectadores y los equipos tienen cinco cambios autorizados.