Old Trafford, el teatro de los sueños, podía ser testigo de otra pesadilla de su equipo. Enfrente un Southampton de Hasenhüttl que iba lanzado con solo una derrota en sus últimos nueve compromisos oficiales. Las dos victorias en Premier de los de Rangnick se veían empañadas con un empate a uno en Burnley. Un encuentro donde afloraban de nuevo los males del cuadro mancuniano. Su particular caja de Pandora esta temporada.
Como si de las Cuatro Estaciones de Vivaldi se tratase, el encuentro se desarrollaba alegre desde sus primeros compases. Ambas escuadras robaban en metros finales y cuando no lo hacían, conseguían romper la línea de presión. El ritmo no cesaba y en ese escenario inicial era el Manchester United quién infligía más daño.
El centro del campo volaba con un Pogba y Bruno que conectaban con el tridente a la perfección. Cristiano Ronaldo estaba a punto de hacer el primero seis minutos luego del inicio. Se iba en el mano a mano de Forster pero su disparo posterior era repelido por Perraud.
Aunque no todo es de color de rosas. La defensa red devil flaqueaba por los cuatro costados y propiciaba ventajas a sus rivales. Erraban en el pase y los saints, lejos de ralentizar la jugada, la aceleraban para acortar su camino al gol. Su jugada más clara llegaba instantes después. Un Che Adams adelantado al esférico quedaba a un metro de cabecear a placer un centro de Perraud.
Aún así, este United juega a las mil maravillas cuando tiene metros para correr y Bruno está con la flechita para arriba. Estas circunstancias se alineaban por enésima vez para regalar a los aficionados el primer tanto del encuentro. En el 21′ el mago luso asistía a Rashford en la banda derecha a la espalda de Walker Peters. Marcus encontraba a Jadon Sancho en el segundo palo y el inglés no perdonaba el pase de la muerte servido por su compatriota.
Los locales se asentaban en el verde tras el gol y comenzaban a amasar un mayor volumen de posesión. Sin embargo, esto sería un mero espejismo. Los sureños ya no presionaban con tanta altura y esperaban en bloque medio bajo. Desde ahí ya no sufrirían apenas a nivel defensivo. En cambio, en las posesiones estáticas les costaba un mundo amenazar la meta local. Oriol Romeu ejercía más como pivote posicional mientras que Ward-Prowse se acercaba a la banda donde se estaba desarrollando el juego a fin de generar superioridades.
A falta de diez minutos para el término de la primera mitad, la posesión de los visitantes aumentaba al 70-75%. Volvían a vérsele las carencias defensivas al conjunto mancuaniano, que defendían más por acumulación de efectivos que por buen hacer. La fluidez con balón de los de Hassenhutl iba in crescendo al igual que la lluvia que se precipitaba desde el plomizo cielo de Manchester. De Gea tenía que blocar dos nuevos avisos de Che Adams y Armstrong, llegados estos dentro de su propia área. Perfectos conocedores de la situación, los compañeros del portero madrileño pedían a gritos el descanso. El pitido de Stuart Attwell los salvaba de la quema.
La lluvia proseguía su curso pero se colaba un protagonista esperado: la desgracia. Esta llegaba en forma de gol tempranero en la segunda parte. Dalot no cerraba su banda en una transición saint y Elyounoussi se daba cuenta. El noruego se la entregaba a Che Adams, que definía con un remate raso cruzado que a punto estaba de escupir el palo.
El golpe afectaba sobremanera a los de Rangnick. Las casualidades no existen y es que el Southampton ganaba todos los balones divididos. A partir de estos corrían y penalizaban el pésimo repliegue defensivo de sus oponentes, especialmente Dalot y Maguire. En el 54′ David De Gea salvaba de nuevo a los suyos. Sacaba a mano cambiada un disparo seco de Broja. El delantero albanés huele la sangre como pocos en Premier y era uno de los más dispuestos en castigar la debilidad defensiva de los red devils.
Aún así, con más acciones individuales que fútbol asociativo, el equipo más laureado de Inglaterra obligaba a intervenir a Forster hasta en tres ocasiones. La acción más peligrosa una volea de Dalot con destino al primer palo de la meta saint.
A diferencia del inicio de la primera mitad, Bruno y Pogba se encontraban muy encorsetados. El portugués y el francés estaban desconectados del circuito de creación. Solo la individualidad se asomaba en el horizonte como forma de ganar el encuentro. Todo lo contrario para los Saints, que amenazaban con ataque posicional pero sobre todo con transiciones comandadas por Armando Broja. El mismo delantero y Armstrong encontraban dos situaciones muy favorables para el 1-2 pero no resolvían bien.
El VAR entraba en escena para anular un gol de Cristiano Ronaldo. A falta de juego, los pupilos de Rangnick se agarraban al balón parado como esa falta lateral del 2-1 invalidado. En busca de soluciones, el técnico alemán metía a Elanga por McTominay, un cambio con el que ganaba en poder ofensivo pero perdía empaque en la medular.
Los minutos pasaban y el United era un manojo de nervios en el frente ofensivo. El Southampton seguía con su presión y a veces esta era superada. En cambio, los Dalot, Cristiano, Rashford, Elanga no secundaban a los iniciadores de los contraataques.
Pero la desgracia pudo ser aún mayor. Más allá de la poca clarividencia, Maguire estaba a punto de cometer penalty sobre Broja. El VAR revisaba la acción y no la entendía como pena máxima. El central inglés estaba a punto de convertirse en héroe con un cabezazo que un milagroso Forster despejaba a la derecha. Esta era la oportunidad más peligrosa de un descuento que no ofreció mucho más. Los Saints se defendían con más balón pero sin elevar ya tanto sus líneas para sacar un valioso empate de Old Trafford.