Teniendo como principal motivación a su papá, don Gilberto Aceituno, quien falleció el año pasado, el powerlifter salvadoreño Herbert Aceituno alista sus maletas para viajar el próximo miércoles 18 de agosto rumbo a los Juegos Paralímpicos de Tokio, en los que tratará de regalarle a El Salvador la primera medalla paralímpica.
Y es que, soñar con una medalla en territorio japonés no es nada descabellado, pues el paratleta reconoce estar en una excelente condición física y, luego de finalizar en el cuarto lugar de la Copa del Mundo de Parapowerlifting Dubái 2021 y clasificar de manera directa a los Juegos Paralímpicos, confía en que puede hacer historia en la justa paralímpica.
«Clasifiqué directamente y eso motiva. La verdad queremos hacer historia y si Dios lo permite vamos a tener un buen resultado”, dijo el Aceituno quien participó en las Copas del Mundo de Colombia de Kazajistán, Manchester y Dubái, siendo esta última la que le dio el boleto a Tokio.
Incluso, Herbert, quien tiene discapacidad física (talla baja), reconoce que la Copa del Mundo de Dubái le sirvió de parámetro para saber el nivel de competencia que tendrá en los Juegos Paralímpicos, ya que en esa ocasión compitió con los rivales que tendrá en la capital nipona.
En la misma línea, el powerlifter salvadoreño dijo que los principales rivales a superar en la categoría 59 kilogramos para poder subir al podio de premiación serán: Osman Sherif, de Egipto; Qi Yongka, de China y Juan Carlos Garrido, de Chile.
“Somos 10 atletas los que estaremos en esa categoría. Siempre lo he dicho: todos los rivales son fuertes. Al final todo va a depender del esfuerzo de cada uno y de la clasificación de los jueces, al final puede ser muy fuerte el atleta, pero sí a los jueces no les parece un levantamiento, eso puede pasarle factura”, explicó el paratleta de 35 años.
La estrategia de clasificación
Por otra parte, Herbert reveló que en la ruta clasificatoria a los Juegos Paralímpicos junto a su entrenador utilizaron como estrategia mantenerse en dos categorías: 65 kg y 59 kg, lo cual les permitió decidir en cuál se sentiría más cómodo compitiendo.
“En las dos estábamos clasificados, pero en la que me siento más cómodo en peso corporal es en la de 59 kg y estamos apuntando a tener un buen resultado”, comentó el paratleta.
Fue así que, una vez asegurada su clasificación a la justa paralímpica, Aceituno y López han mantenido una extenuante jornada de entrenamientos que ha incluido microciclos de carga y recuperación para evitar una sobrecarga muscular o lesión.
También han puesto mucha atención en corregir errores que puedan hacer que los levantamientos de Hebert sean calificados como nulos, ya que en total son 26 criterios los que los jueces toman en cuenta a la hora de la competencia.
Junto al trabajo físico, Aceituno también mantiene un control médico y nutricional muy estricto, pues debe prepararse para el extenuante itinerario que le espera: el próximo 18 de agosto parte rumbo a México, en donde permanecerá por 14 horas y posteriormente tomará un vuelo directo a Japón que durará la misma cantidad de tiempo.
“El horario es extenuante y el cambio es un poco difícil. Ya me ha tocado viajar por muchas horas, así que debo aclimatarme lo más pronto posible”, dijo el paratleta.
Horas antes de la competencia
El powerlifter también se sinceró y contó que horas antes de cada presentación en tarima sostiene una conversación con su entrenador Jorge López, luego busca estar solo para meditar y recuerda hasta dónde ha llegado y lo que falta por hacer.
“Mi semblante es muy serio cuando me dirijo a la banca en una competencia. Cuando levanto mi mano es para darle las gracias a Dios porque hice un levantamiento bueno y ahora es también en memoria de mi padre”, indicó Herbert.
Además, indicó que la comunicación con López es fundamental tanto en las estrategias que utilizan en los levantamientos como el acompañamiento personal.
“Enfocados de cómo vamos a trabajar en Tokio, porque aquí juega un papel fundamental Jorge López, somos un equipo, somos amigos, el logro será de los dos”, dijo.
Cuando se le pregunta si hay nervios cuando compite, su respuesta es “nervios no, ansías sí”, pero trata de calmarlos al pensar en todos los que le apoyan: su familia, el Instituto Nacional de los Deportes de El Salvador (INDES) y el Comité Paralímpico de El Salvador (Copesa), y aplica un sabio consejo que le dio su padre “cuando estés siempre en una competencia relájate y medita”, lo cual realiza al pie de la letra.
“Siempre cargo un llavero que era de mi padre, me identifico y me digo: ¡Por él, yo voy! y ese recuerdo me motiva a seguir adelante. No lo tengo físicamente, pero sé que él me está apoyando desde el cielo”, expresó el parateta de 1.32 metros de altura y quien espera concretar el hito de ganar una medalla en Tokio y poder dedicárselo a su padre.