Antes de que Joaquín ‘El Chapo’ Guzmán fuera capturado por el Gobierno de México por tercera vez y extraditado a Estados Unidos, donde cumple una condena de cadena perpetua, el capo tenía un deseo: que un artista le hiciera un retrato.
‘El Chapo’ eligió al pintor Hugo Zúñiga y envió a un grupo de emisarios por él a la ciudad de Taxco, Guerrero.
Con su permiso, Zúñiga fue llevado hasta un lugar remoto para encontrarse y conocer al que sería su nuevo cliente.
«No supe a dónde me llevaron, porque todo (el camino) me llevaron con la cabeza cubierta». Y agregó, «estaba todo oscuro, entonces otra puerta se abrió y dije: «Ay, cab…, ¿qué es esto, el túnel del tiempo?».
El pintor y Guzmán el narcotraficante se conocieron, platicaron y tomaron whisky. Después de una “buena plática”, el narcotraficante le pidió entonces el retrato, que finalmente acabó siendo de unos 89 centímetros de largo por 68.5 centímetros de alto.
Para ello, ‘El Chapo’ ordenó le entregaran unas fotos al artista y pactaron un precio: Poco menos de cuatro mil dólares (alrededor de 76 mil pesos) y además le hizo un regalo: «Una pistola calibre 45, «pa ti», me dijo, «pero guárdala, no la vayas a empeñar».
Imagen ilustrativa
El pintor detalló que el arma tenía las cachas y el cañón chapados en oro. Luego de ese encuentro, Zúñiga dice que no volvió a ver al narcotraficante en persona.