El escritor y periodista cubano exiliado Carlos Alberto Montaner, que padecía una enfermedad neurodegenerativa y desde 2022 había trasladado su residencia desde Miami a Madrid, falleció en su domicilio de la capital española acompañado de sus seres queridos.
La muerte se produjo este jueves de “una modo apacible”, según esas fuentes.
“En su nombre, su esposa Linda, sus hijos Gina y Carlos y sus nietas Paola, Gabriela y Claudia dan las gracias a los profesionales de la sanidad pública española, a la Asociación Derecho a Morir Dignamente y a todos los familiares y amigos que le han manifestado tanto afecto en el tramo final de una prolífica vida marcada por la defensa de las libertades individuales”, señala un comunicado.
Montaner, quien era columnista de Infobae, padecía de parálisis supranuclear progresiva (psp), una enfermedad que lo obligó a apartarse de sus actividades profesionales debido a que veía de forma limitada. Sin embargo, su mente seguía tan lúcida hasta su último aliento.
“Con el valor que pocos tienen, Carlos Alberto Montaner se ha despedido de su público confiándole que ante el avance de una enfermedad degenerativa prefiere decirle adiós con facultades plenas. El gesto, aparte de ser admirable por su genuina transparencia, nos trae ese sabor agridulce que acompaña siempre los grandes eventos”, escribió la columnista Beatrice Rangel.
“Llegó la hora de recapitular. Hay que ir haciendo las maletas. Desaparecer es una actividad ingrata que sólo se justifica porque es la única prueba irrefutable de que hemos vivido”. escribió Montaner en sus memorias.
Su despedida será un acto íntimo y privado.
En septiembre pasado el escritor, ensayista y periodista, una de las más relevantes voces críticas del exilio, recibió un reconocimiento en Miami por su defensa de la democracia y la libertad.
“Va a ser una despedida emotiva y multitudinaria de amigos muy cercanos antes de mi viaje en octubre con mi mujer a España”, dijo a EFE entonces este intelectual nacido en La Habana el 3 de abril de 1943 y con tres nacionalidades: cubana, española y estadounidense.
Hijo de un periodista y una maestra, Montaner en un principio simpatizó con la Revolución cubana, pero pronto se enteró de la orientación comunista de Fidel Castro y se unió a los esfuerzos del grupo Rescate Revolucionario, que se oponía a esta tendencia.
Fue arrestado y sentenciado a 20 años de prisión, pero como solo tenía 17 años fue internado en una prisión para menores presos políticos.
Con la ayuda de otros compañeros logró escapar y encontró asilo en la Embajada de Honduras, donde permaneció de marzo a septiembre de 1961 junto con otras 150 personas.
Cuando se rompieron las relaciones diplomáticas entre Honduras y Cuba tras la invasión de Bahía de Cochinos, los asilados quedaron bajo la protección de Venezuela.
Unos seis meses después, Carlos Montaner viajó a Estados Unidos, donde se reunió con su familia. Comenzó a estudiar literatura hispanoamericana en la Universidad de Miami y una vez graduado comenzó a enseñar literatura en la Universidad de Puerto Rico.
Solicitó con éxito una beca de doctorado en Madrid. En España comenzó una columna regular y cada vez más se centró en la escritura. Publicó varios libros y, tras la caída del régimen de Franco en 1975, se unió al movimiento liberal y fundó el Partido Liberal Cubano.
Cuando comprendió que el cambio en Cuba aún no era posible, retornó a la vida intelectual: fue corresponsal de varios periódicos destacados del mundo; escribió columnas, publicó libros y estuvo en la pantalla de CNN en Español como analista y comentarista.
En sus últimos tiempos en Miami fue presidente del Instituto Interamericano para la Democracia, la entidad que organizó el homenaje en septiembre pasado.
En ese acto contó que cuando estuviera asentado en España se iba a dedicar a concluir la escritura de un relato que ahonda en la vida de una de las tres hijas de Carlos Marx, Laura, y su marido, Paul Lafargue, quien le puso una inyección de ácido cianhídrico y luego se inoculó el veneno él mismo.
“Voy a terminar este libro sobre Lafargue, que era realmente cubano, pues vivió hasta los 11 años en Cuba y luego se fue a Francia, y mi teoría es que mató a Laura antes de suicidarse en 1911″, apuntó el Premio Juan de Mariana 2010 en defensa de la libertad.
La vocación primera de Montaner, la de fabulador, la ejerció con éxito en novelas como “Perromundo” (1972) o “La mujer del coronel”, esta última un relato de un amor fallido, cargado de fuerte erotismo y con el régimen totalitario cubano de rasgos machistas como telón de fondo.
Entre su obra ensayística destaca en su bibliografía “Manual del perfecto idiota latinoamericano” (1996), el éxito de ventas que publicó junto al pensador colombiano Plinio Apuleyo Mendoza y Álvaro Vargas Llosa, en el que retrató de forma cáustica a la izquierda de América Latina y sus élites.
En 2019, durante la presentación de su libro de memorias “Sin ir más lejos” en Coral Gables (Florida, EEUU), el ensayista y novelista se refirió a la “experiencia española” tras 40 años de “dictadura franquista” para augurar que en Cuba se pueda dar una transición democrática similar.
En el transcurso de un charla que sostuvo con su hija, la también periodista Gina Montaner, el intelectual resaltó que, tal como está escrito en sus memorias, no ha habido “ni un solo día en que no haya vivido vinculado a la realidad cubana”, un hecho que refleja que “el horror y la opresión de la revolución” ha marcado su vida y la de su familia.
En una entrevista con Efe con motivo de estas memorias, Montaner reconoció que a lo largo de 55 años en el exilio para regresar a Cuba, de la que huyó a los 18 años de edad, hizo lo que pudo, “pero no fue suficiente”.