A principios de los ´90, el Olympique de Marsella era el equipo más fuerte de la Ligue 1 francesa. Tras ganar cinco títulos consecutivos de liga, en mayo de ese 1993 ganó la Copa de Europa. Su presidente era Bernard Tapie, un hombre célebre en Francia y no precisamente por ocupar un cargo público sino por sus negocios turbios y escándalos de corrupción.
Más de 25 años después, un colaborador de Tapie llamado Marc Fratani confesó haber «drogado a jugadores del PSG y comprado árbitros» durante esa etapa.
En un artículo publicado por Le Monde, Fratani acusó al exministro y antiguo máximo directivo del equipo más laureado de Francia de haber comprado árbitros y haber drogado a jugadores rivales durante los casi 10 años que estuvo dirigiendo al club marsellés.
«Una vez participé en la compra de un árbitro. Fue en un partido contra el PSG, en París. Al día siguiente del encuentro quedé con él en un lugar discreto que acordamos. En aquel partido, el oponente también fue desestabilizado con el uso de una droga psicotrópica: Haldol. Usando jeringas de aguja ultrafinas, el producto se inyectó en botellas de plástico. Todo lo consumible por el adversario fue tratado», reveló Marc.
Pero el polémico expresidente del Marsella negó todo. En diálogo con el periódico Le Parisien, Bernard Tapie dijo que todo es un invento y desafió a su ex asistente a que revele todos los detalles del supuesto soborno.
«Hay idiotas que querrán creer todo esto porque les complacerá, y habrá personas que tienen conciencia. ¡Esos se darán cuenta de que todo eso es alboroto! Entonces, si él (Marc Fratani) compró a un árbitro; debe dar su nombre; decir dónde, cuándo y quién le dio el dinero… No tengo más comentarios que hacer. No vale nada y no pasará nada», sentenció.
Estas acusaciones han reflotado en Francia algunos presuntos casos en los que Bernard Tapie quedó involucrado, como cuando Francois Ivinec, presidente del Brest, lo acusó en marzo de 1990 de haber intentado convencer al paraguayo Roberto Cabañas en su domicilio para que simulara una lesión al principio del partido, a cambio de una importante cantidad de dinero. O también cuando en diciembre de 1991, los dirigentes del Rennes señalaron que dos de sus jugadores habían bebido un jugo de naranja sospechoso en su hotel.