El gobierno del Reino Unido sigue presionando a Netflix para que publique un descargo de responsabilidad sobre “The Crown” que deje en claro que la serie es ficción, a pesar de que el gigante de streaming ya ha rechazado la solicitud.
El secretario de Estado de Medios de Comunicación británico, John Whittingdale, dijo a un comité parlamentario el martes que “no hace daño” que Netflix haga explícito a los clientes de su servicio que “The Crown”, aunque vinculada a hechos reales, relata situaciones en base a la “especulación o imaginación de Peter Morgan (su creador) sobre lo que podría haber sucedido”.
El secretario de cultura Oliver Dowden escribió a Netflix el mes pasado solicitando a la compañía dicha aclaración sobre el exitoso drama sobre la reina Isabel II y su familia para que el público no la confunda con la realidad.
Dowden sumó su voz a la creciente preocupación de que las escenas inventadas en la serie pueden resultar muy dañinas para los Windsor y por ello se debe advertir a los espectadores al comienzo de cada episodio de que se trata de una ficción.
“Es una obra de ficción bellamente producida, pero como otras producciones televisivas, Netflix debería ser muy claro desde el principio que solo es eso y nada más”, dijo Dowden en declaraciones al tabloide británico Daily Mail. “Sin esta aclaración, temo que una generación de espectadores que no vivió estos eventos pueda confundir la ficción con la realidad”, agregó el ministro
No obstante, Netflix rechazó la solicitud del gobierno británico. “Tenemos plena confianza en que nuestros miembros entienden que es una obra de ficción que se basa en general en eventos históricos”, dijo un portavoz de la compañía a Variety. “Como resultado, no tenemos planes, y no vemos la necesidad, de agregar una exención de responsabilidad”.
El legislador laborista Kevin Brennan le preguntó a Whittingdale, quien confesó haber visto solo parte de la temporada 1, si cree que los británicos son “lo suficientemente estúpidos como para pensar que es un documental”. El ministro respondió: “Espero que no. La mayoría de la gente es consciente de que los relatos dramatizados de eventos de la vida real inevitablemente requieren algo de especulación”.
Brennan presionó: “¿Crees que el secretario se hizo parecer un poco tonto al sugerir que el pueblo británico necesitaba una advertencia sobre The Crown?”. Whittingdale no estuvo de acuerdo, y agregó que la temporada 4 trata de eventos que son “un poco más crudos” que las temporadas anteriores y una exención de responsabilidad sería útil.
“Estos son eventos que son bastante crudos y controvertidos, e involucran a personas como el actual príncipe de Gales y sus hijos. No hace daño, particularmente porque esos eventos generaron fuertes opiniones y emociones en ambos lados. No es inútil recordarle a la gente… que esto no se basa en ningún conocimiento interno, sino que es una dramatización de la especulación o imaginación de alguien sobre lo que podría haber sucedido”, explicó Whittingdale.
En última instancia, el gobierno del Reino Unido no tiene poder para obligar a Netflix a realizar un cambio, en parte porque el servicio está regulado en los Países Bajos. Este dilema surgió anteriormente en la audiencia del Comité Digital, Cultura, Medios y Deporte de Whittingdale, cuando dijo que el gobierno pensaría en una nueva regulación para los servicios de streaming extranjeros.
“Las emisoras tradicionales del Reino Unido están sujetas a requisitos bastante estrictos… y luego están los servicios on demand, que en realidad no están sujetos a ninguna regulación o requisito”, dijo el ministro. “Eso es algo que marca una gran diferencia. Si queremos o no tener algún tipo de requisitos básicos en los servicios on demand es algo en lo que creo que el gobierno podría pensar bien”.
La cuarta temporada de “The Crown” , que se estrenó el 15 de noviembre, centra su trama en el triángulo amoroso entre el príncipe Carlos (Josh O’Connor), Lady Di ( Emma Corrin) y Camilla Parker Bowles (Emerald Fennell), hoy esposa del heredero al trono británico. Aunque desde su estreno no hubo una respuesta oficial de Buckingham, el círculo cercano del futuro rey de Inglaterra filtró a la prensa que estaba indignado con la imagen que daban de él y de Camilla, a quien retratan como una “auténtica villana”, culpable de todos los males de una frágil Diana que intenta salvar su matrimonio fallido.
Diana tenía solo 20 años cuando se casó con el príncipe de Gales, de 32 años, en 1981, tras solo seis citas. Desde el principio, su relación fue complicada. La joven princesa luchó por manejar tanto el escrutinio público como sus problemas personales (sufría de bulimia y depresión). En 1991, la pareja real se separó.
Tres años después, Carlos de Inglaterra admitió que cometió adulterio durante su matrimonio con Diana durante una entrevista televisiva. El futuro rey luego reanudó la relación con su entonces amante y actual esposa, Camilla Parker-Bowles.
Su divorcio finalizó en agosto de 1996, y Diana, que ya se dedicaba a causas humanitarias durante su separación, se centró en su trabajo. Murió un año después, el 31 de agosto de 1997, cuando su automóvil se estrelló en un túnel en París. Tenía 36 años. El príncipe Carlos se casó con Camila Parker Bowles en una discreta ceremonia civil en 2005.