España dio un enorme paso adelante en la Nations League con su victoria ante la República Checa en Málaga, que unida a la derrota de Portugal en Suiza deja a los de Luis Enrique como líderes de grupo, a falta de dos partidos para decidir qué equipo jugará la final a cuatro del torneo.
Aunque no brilló, España solventó su partido ante Chequia: lo hizo ayudada por el extraordinario ambiente que se vivió en La Rosaleda. Málaga se volcó con la selección y el equipo no falló. En el último partido del curso, España acusó el cansancio pero con goles de Carlos Soler y Sarabia -y la irrupción de Gavi en la segunda parte- obtuvo tres puntos de oro. Ansu volvió a quedarse sin minutos.
La selección española empezó espesa, víctima del cansancio de final de temporada, sin ideas ni creatividad. Los jugadores pedían el balón al pie. No había rupturas ni espacios ni desborde, circunstancia que aprovechó la República Checa para adelantar líneas y presionar muy arriba a los de Luis Enrique.
Con Rodri como pivote, acompañado en la medular de Carlos Soler y de Koke, a España le faltó imaginación para superar líneas y conectar con los delanteros. Lo agradecieron los checos, liderados por Soucek y sobre todo, por Kuchta, que pusieron el aprietos a España. Cerny dio el primer aviso con un buen disparo desde la frontal en el minuto 17. Unai Simón, muy atento, despejó con solvencia.
Los nervios parecían apoderarse de España, especialmente de jugadores como Marcos Alonso, demasiado imprecisos. Unai Són volvió a salvar a España en un mano a mano con Kuchta que retrató a la defensa española.
La reacción llegó de la mejor forma posible, en forma de gol: en el minuto 23, Koke leyó a la perfección el desmarque de Asensio por la banda derecha. El mallorquín, muy eficaz, controló, levantó la cabeza y asistió a Soler, que embocó con claridad. Era el primer disparo a puerta de España.
El gol alivió enormemente a la Roja, que entró de lleno en el partido cuando se vio en ventaja en el marcador. Asensio asumió el rol de liderar el ataque (reclamó penalti en un empujón al borde del área cuando ya se plantaba solo ante el meta checo), Carlos Soler dio un paso adelante y el resto del equipo se entonó.
Dieron un paso atrás los checos cuando comprobaron que el partido empezaba a cumplir el guion previsto: una España más dominante y más ambiciosa, con laterales largos (más Alonso que Carvajal), interiores atrevidos y delanteros inquietos. La selección empezó a ser reconocible solo a partir del gol de Soler.
Mientras Morata se fajaba con los centrales checos, con más trabajo que suerte, Olmo y Soler intentaban abrir el campo: estuvo más acertado el madridista, que tiene una ocasión excelente para empezar a ganar galones en el equipo de cara al Mundial.
En la reanudación, a España también le costó tomarle el pulso al partido. Los laterales estuvieron demasiado erráticos y al equipo le costó presionar como de costumbre. Pesek le ganó el pulso a Carvajal y su intento de vaselina ante Unai Simón estuvo a punto de convertirse en el empate.
Luis Enrique refrescó al equipo con la entrada de Ferran Torres y Gavi: el centrocampista ayudó a levantar al equipo, que amenazaba con caerse. Gavi ayudó a darle una marcha más a la selección, a mejorar en la presión y a acercarse al área rival.
Asensio dejó su sitio a Sarabia y España empezó a jugar con Olmo como falso nueve, flanqueado por Ferran y Sarabia en las bandas.
Entre los tres, y con la ayuda de Gavi en el inicio, fabricaron el segundo gol, en el minuto 75: Olmo lideró el contraataque, abrió el balón para Ferran y el jugador del Barça la puso en boca de gol para el remate de Sarabia, que mantiene su excelente relación con el gol.
Cerró el curso España con una victoria muy celebrada por la afición, que vivió el partido como una fiesta. La jornada fue inmejorable porque la derrota de Portugal deja a España en una posición muy favorable para repetir presencia en la final a cuatro de la Nations.