Paola Corado, atleta del Programa Esfuerzo y Gloria, nació el 2 de febrero de 2003 en San Salvador, El Salvador. Desde pequeña, siempre tuvo una gran afinidad por el deporte, practicó natación y gimnasia. Sin embargo, su camino tomó un rumbo inesperado cuando su amiga Marcela Cortez, arquera de la modalidad de recurvo, la invitó a una práctica en la federación salvadoreña de tiro con arco. Ese encuentro marcó el inicio de una nueva pasión que, con el tiempo, se convertiría en su mayor dedicación y orgullo.
“El tiro con arco fue algo que me gustó desde el principio. Creo que era muy diferente a los deportes que había practicado, pero también mi pasión por este deporte se fue desarrollando poco a poco, porque tuve mis altos y bajos, y para llegar a lo que soy ahora hubo un proceso”, relata Corado.
En la vida, como en lo profesional y como en el deporte, la persona necesita un apoyo, un ánimo, para seguir creciendo y dar lo mejor de uno, es por ello que Paola recuerda con afecto y entusiasmo el apoyo de su familia y lo fundamental que han sido en su desarrollo. Desde el principio, sus padres creyeron en su capacidad para los deportes. “Mis padres me compraron el primer arco para que pudiera competir”, expresó.
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El camino de Corado no ha estado exento de dificultades. Uno de los momentos más duros de su carrera ocurrió cuando, tras la cancelación del Panamericano 2020 debido a la pandemia, una lesión le impidió participar en la edición de 2021. Aquello representó un golpe emocional significativo, pues significaba perder una oportunidad por segunda vez. “Esa lesión, en general, ha sido mi peor decepción”, admite. Sin embargo, la arquera salvadoreña en lugar de caerse, siguió adelante, se recuperó y aproximádamente un año después tendría la recompensa de ese esfuerzo y determinación.
En noviembre de 2022, Corado escribió una página importante en la historia del deporte salvadoreño al lograr una hazaña sin precedentes en el tiro con arco femenino en la modalidad de compuesto. En el Campeonato Panamericano Mayor, celebrado en Chile, consiguió la medalla de plata, convirtiéndose en la primera mujer salvadoreña en obtener una presea panamericana en esta disciplina.
“Ganar la medalla de plata en el Campeonato Panamericano Mayor ha sido mi mayor logro, porque fui la primera mujer salvadoreña en compuesto que lo consiguió. Además, fue importante para mí porque justo me acababa de mudar a Mérida y había sido un cambio en mi rutina de tiro, pero a pesar de todo me fue muy bien y logré esa medalla”, comenta con orgullo.
Consciente de que el deporte tiene caducidad, Corado decidió prepararse académicamente para su futuro. En 2022, se mudó a Mérida, Yucatán, México, para estudiar arquitectura en la Universidad Anáhuac. Aunque muchos cuestionaron su elección, entre ellos sus padres que quizá dudaron no de su capacidad, sino del tiempo que le iban a demandar ambas cosas dado que tanto su carrera como el tiro con arco demandan mucho tiempo, a lo que nos comenta “al principio, tenían dudas sobre si iba a poder equilibrar el deporte con la universidad, porque arquitectura es muy demandante de tiempo y tiro con arco también lo es. Pero al ver el panorama completo, decidieron que era una buena opción.”
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Además, Corado está clara que el futuro de una persona no se puede basar en la alta competencia como deportista, sino un futuro profesional, pasando por uno académico. “Es fundamental incluir en nuestros sueños no solo los deportivos, sino también otros que nos apasionen y nos den estabilidad a futuro”, sostiene. Para ella, la arquitectura no solo le ha brindado un propósito adicional, sino también una perspectiva más amplia de su crecimiento personal y profesional.
Adaptarse a una nueva vida lejos de casa ha sido un desafío, pero también una oportunidad de crecimiento. “Ha sido difícil, básicamente estoy sola, pero mis amigos me han ayudado mucho a sobrellevarlo”, expresa, destacando cómo la experiencia la ha hecho madurar y valorar aún más cada oportunidad que tiene.
Para Corado, representar a El Salvador en cada competencia es un honor que va más allá de las medallas. “Significa ser parte de una comunidad, de un país. Es como una retribución que puedo darle a El Salvador”, explica. Nada se compara con la emoción de escuchar el himno nacional y ver la bandera ondear en lo más alto. “Es una sensación increíble, una experiencia que motiva a seguir compitiendo y dejando en alto el nombre de mi país”, afirma con orgullo.
En su trayectoria, ha contado con el apoyo de entrenadores y compañeros que han sido clave en su desarrollo. Entre ellos, Roberto Hernández, a quien al principio veía solo como una figura de autoridad, pero con el tiempo, la relación evolucionó hasta compartir la línea de tiro con él. “Siempre lo vi como un buen entrenador porque se preocupaba por nosotros y por nuestra técnica”, menciona. Hoy, además de ser su guía, Roberto es también un compañero de equipo, lo que ha representado un reto y una ventaja. “Es muy valioso tener un entrenador que no te exija más de lo que puedes dar, pero que también sepa cuándo y cómo impulsarte a mejorar”, declaró.
Aunque el tiro con arco es considerado un deporte individual, también tiene modalidades en equipo, por lo que le preguntamos a Corado cómo maneja su relación con sus compañeras en la modalidad de compuesto estando lejos. “Nos llevamos súper bien. A veces hablamos y nos ponemos de acuerdo en cosas de las competencias. Claramente, al estar lejos, no convivo tanto con ellas, pero siempre tratamos de mantenernos en contacto”, explica. Esto refleja la importancia de la comunicación, incluso a distancia.
Uno de los pilares en su crecimiento ha sido su entrenador, Roberto Hernández, quien ha sido testigo de su evolución desde los inicios. “Desde que vi a Paola disparando compuesto, noté que era muy alta para su edad y que tenía un gran deseo de superarse. Se le notaban las ganas de entregarlo todo para lograr sus metas. Comencé a ayudarla cuando tenía 14 años y, un año después, me convertí en su entrenador. Con el tiempo, nuestra relación ha evolucionado junto con su crecimiento como atleta y persona”, comparte Hernández.
Hoy, más que su entrenador, la considera parte de su vida. “Ahora es una mujer independiente, que enfrenta nuevos retos al vivir fuera del país, pero me llena de orgullo en quien se ha convertido. Siento que he sido parte de su desarrollo tanto en el deporte como en su vida personal. Nuestra relación es muy cercana, y siempre que ella me permite aportar más allá de mis funciones como entrenador, lo hago sin dudarlo porque además de su guía en el tiro con arco, también soy su amigo y la veo como una hija”, expresa con emoción.
Paola Corado sigue forjando su camino con disciplina, determinación y pasión, demostrando que los sueños se alcanzan con esfuerzo y perseverancia. Su capacidad para equilibrar el deporte y los estudios es un ejemplo de compromiso y constancia para las futuras generaciones.