Había mucha expectativa por la segunda semifinal del In-Season Tournament.
Después de todo, uno de los protagonistas eran Los Angeles Lakers, que no sólo tienen una gran afición en Las Vegas, sino que además cuentan con la rica historia y la cercanía geográfica.
El T-Mobile Arena se llenó rápido con la esperanza de ver al equipo de dorado y púrpura avanzar a otra final, y los Lakers no decepcionaron, tras vapulear a los New Orleans Pelicans de principio a fin.
Parece imposible de creer que James vaya a cumplir 39 años el 30 de diciembre. Nunca antes hemos visto una vigencia semejante. Nunca antes habíamos visto a un jugador en su vigésima primera temporada dominar desde, no sólo el intelecto y el baloncesto, sino también desde la parte física.
Después de anotar 15 puntos en el último cuarto de los cuartos de final ante los Phoenix Suns, LeBron James admitió que había sentido la fatiga física y mental. A juzgar por lo visto en la semifinal, se recuperó sin problemas, a pesar de tener un día menos de descanso que los Pelicans.
New Orleans es un equipo joven, pero fueron los Lakers que impusieron el ritmo de entrada, con LeBron James a la cabeza liderando contragolpe tras contragolpe. En esa primera mitad, James encestó sus primeras cinco canastas, incluyendo tres triples consecutivos, que encendieron a una fanaticada, que claramente tenía a su favorito.
James terminó la primera mitad con 21 puntos y 30 en total aunque ni siquiera necesitó jugar el último cuarto por la amplia diferencia.
Sin embargo, hay una imagen que me quedó impregnada en la retina, que creo ilustra lo vivido de mejor forma. Con toda la vitalidad del mundo, James se dispuso a arriesgar el físico y forzar la falta ofensiva de Jonas Valanciunas. Acto seguido, se paró y corrió veinticinco metros a toda velocidad hasta el otro lado de la cancha. El mensaje era claro: a los “viejitos” les quedan piernas de sobra.
A priori, New Orleans representaba un reto particular por la extensión que tienen en todas las posiciones. No obstante, fue Anthony Davis la principal presencia defensiva, con un par de tapas a Brandon Ingram, que limitaron su agresividad.
Los Pelicans lucían intimidados, y los Lakers se aseguraron de no dejarlos levantar. Iniciaron el tercer cuarto con una carrera de 23-6 y no volvieron a mirar atrás.
Los Lakers, durante los primeros tres cuartos encestaron 15 de 29 triples, y el último fue simplemente una formalidad.
UN SIGNIFICADO ESPECIAL
LeBron James ha sido uno de los más vocales a la hora de apoyar “La Copa de la NBA”. En parte, porque siempre ha dicho que su sueño es ser dueño de una franquicia en Las Vegas, una ciudad que es especial para él. Y en segunda instancia, porque en definiciones a matar o morir, no hay tanto desgaste como en una serie a siete partidos, y le representa una buena oportunidad de alzarse con otro título.
“Todos queremos hacer historia y ser los primeros en ganarlo”, sentenció James.
El sábado, los Lakers y LeBron tendrán su oportunidad, cuando enfrenten a los Indiana Pacers, un equipo al cual le gusta correr e imponer ritmo. ¿Podrán aguantarle el ritmo? Después de ver el partido de hoy, no se si haya muchos que se animen a apostar en contra de LeBron James y compañía.