Los astrónomos pusieron a disposición un dispositivo que traduce en sonidos la intensidad de la luz. «Fue una experiencia mágica», aseguró uno de los beneficiados.
A medida que la luz disminuía, el sonido del altoparlante se hacía más grave hasta quedarse en silencio cuando el eclipse total de sol alcanzó la tarde del martes su punto máximo por unos minutos sobre los cielos del norte de Chile.
La experiencia impulsada por la Universidad de Valparaíso y otras dos instituciones dedicadas a la astronomía, buscaba que personas ciegas o con algo de discapacidad visual pudieran «escuchar» el fenómeno con cambios en la frecuencia del sonido.
«Fue emocionante, increíble, una experiencia mágica», relató Octavio Oyarzún, de 41 años, una de las miles de personas que llegó hasta el pequeño pueblo de Cachiyuyo, en la región de Atacama, a unos 600 kilómetros al norte de Santiago.
Profesor de música y ciego de nacimiento, Oyarzún viajó desde el cercano puerto de Caldera para percibir el eclipse, que pudo apreciarse a plenitud en una franja de 150 kilómetros en el norte chileno -entre el sur de Atacama y el centro de Coquimbo- famoso por los observatorios y sus cielos despejados.
«Es como un regalo de la ciencia poder vivir esta experiencia sensitiva que de otra manera no podríamos experimentar», agregó Oyarzún, casado con una mujer también ciega y padres de dos hijos que sí pueden ver.
El dispositivo, que «traduce» una mayor cantidad de luz en sonidos agudos y la mayor oscuridad en sonidos graves, fue desarrollado por la astrofísica invidente puertorriqueña Wanda Díaz, explicó la astrónoma chilena Catalina Arcos.
Arcos era la responsable de implementar esta iniciativa en el sitio de observación en Cachiyuyo, un pueblo de menos de 300 habitantes y que recibió una avalancha de visitantes el martes. «Como astrónomos uno ama todo esto y hacer que ellos puedan vivir el eclipse a través del sonido nos emociona», señaló.
La astrónoma dijo que el dispositivo, llamado Lightsound, ya se había usado el año pasado en Estados Unidos, pero esta fue la primera vez en Chile que se usó de forma masiva, con 12 en todo el territorio.
En Cachiyuyo -uno de los seis puntos de la región donde se montaron campamentos para recibir a las miles de personas que llegaron a observar el fenómeno- también había otras actividades para graficar el eclipse a no videntes, como libros en Braille o representaciones de un eclipse con telas de distintas texturas.
Ilia Gallardo, de 52 años, quedó totalmente ciega cuando cumplió 15 años y llegó a Cachiyuyo con un grupo de ciegos. «Me acuerdo de cómo era el sol, de cómo era un atardecer, un amanecer. Y me imagino que un eclipse es eso, como un sol que se va oscureciendo. Ahora, además, noté esa diferencia escuchando sonidos distintos», dijo la mujer, que trabaja como secretaria en un servicio de salud.