Las sondas espaciales Voyager 1 y 2 de la NASA han detectado un nuevo tipo de explosión de electrones solares, acelerados por ondas de choque que se originan en grandes erupciones en el Sol, comunica la Universidad de Iowa (EE.UU.), que lideró el estudio sobre ese descubrimiento.
Esos estallidos de electrones viajan casi a la velocidad de la luz, unas 670 veces más rápido que las ondas de choque que inicialmente los propulsaron. Las explosiones fueron seguidas por oscilaciones de ondas de plasma, causadas por electrones de menor energía que llegaron a los instrumentos de las Voyager días después. Mientras que la propia onda de choque, en algunos casos, llegó a las sondas hasta un mes después.
Las ondas de choque emanaron de eyecciones de masa coronal, que son expulsiones de gas caliente y energía provenientes del Sol, a velocidades aproximadas de 1,6 millones de kilómetros por hora. Incluso a esa velocidad, las ondas de choque tardan más de un año en llegar a sonda Voyager, que se ha alejado de nuestra estrella más de 22.500 millones de kilómetros, la distancia más lejana que cualquier otro objeto creado por el hombre.
«Un nuevo mecanismo»
«Lo que vemos aquí es un cierto mecanismo, por el cual cuando la onda de choque entra en contacto por primera vez con las líneas del campo magnético interestelar que pasan a través de la nave espacial, refleja y acelera algunos de los electrones de los rayos cósmicos», explica el profesor Don Gurnett de la Universidad de Iowa, y uno de los autores del estudio, publicado en la revista The Astronomical Journal.
Los responsables de ese trabajo determinaron que se trata de «un nuevo mecanismo», puesto que dichos electrones «fueron reflejados y acelerados por choques interestelares que se propagan hacia afuera a partir de eventos energéticos en el Sol».
Este descubrimiento podría ayudar a los físicos a comprender mejor la dinámica de las ondas de choque y la radiación cósmica que provienen de las estrellas fulgurantes y en explosión. Los científicos creen que estos electrones se reflejan primero en un campo magnético reforzado en el borde de la onda de choque y, posteriormente, son acelerados por el movimiento de la propia onda de choque.
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