¿Cuántas mujeres crecimos viendo la película de La Cenicienta y desear encontrar un príncipe que nos rescatara? Pues este pensamiento más allá de ser una fantasía de la infancia, puesto que puede ser un síndrome que te acompañe en tu vida.
El Síndrome de la Cenicienta se presenta en mujeres que se tienen un deseo inconsciente de ser cuidadas, como consecuencia a su miedo de ser independientes y responsabilizarse de sí mismas. Fue descrito por primera vez por Colette Dowling, quien escribió el libro “El complejo de Cenicienta” y revela las señales que delatan este complejo:
- Son idealistas y fantasiosas hasta el extremo de paralizarse y no hacer nada por progresar o cambiar aquello que les ocasiona frustración.
- Están convencidas que “un príncipe azul” las rescatará y liberará del tedio que es su acontecer diario ya sea en el ámbito social, amoroso, afectivo o laboral.
- A pesar de tener en algunas ocasiones una personalidad fuerte, sienten incompleta su vida sin su media naranja, la cual generalmente idealizan como una figura más fuerte que ellas y sobre todo protectora, amorosa y complaciente.
- No luchan por mejorar y salir de su situación, sino que se pasan la vida esperando que la fantasía del Príncipe se haga realidad.
- Esperan ser el centro de la vida de su príncipe, esto puede ser en parte porque la persona tiene una baja autoestima y necesita del afecto y la aprobación constante de alguien e imagina que lo obtendrá de su hombre perfecto.
- La forma en la que fueron educadas afecta mucho las idealizaciones de estas personas, de forma que si fueron educadas para ser sumisas o dependientes siempre de alguien, ellas buscarán seguirlo siendo.
- Tienen miedo a la independencia y todo lo que tienen es insuficiente por más que haya costado mucho esfuerzo conseguirlo.
Colette Dowling recomienda aceptar la realidad, ver que nada es perfecto y aprender a ser feliz con lo que se tiene. Manejar las frustraciones es cosa de todos los días y nos hace más fuertes. Es clave no sólo para quienes padecen este síndrome sino para todas las mujeres “entender que la felicidad no sinónimo de tener pareja, sino amarse a sí misma”.
