Corea del Norte es un país hermético y enigmático. El turismo es casi inexistente y el que hay está estrictamente controlado. Aun así, hace casi cuatro décadas, el país se embarcó en un proyecto turístico de gran envergadura: un hotel que aspiraba a convertirse en el más alto del mundo: el Ryugyong. Sin embargo, fue un fracaso total y se tuvo que conformar con ser el edificio abandonado más alto del mundo. De hecho, ostenta
En el horizonte de la ciudad de Pyongyang, capital de Corea del Norte, destaca un imponente edificio piramidal, el Hotel Ryugyong. Su construcción inició en 1987, con el objetivo de superar los 300 metros de altura (con 105 plantas) y terminarse en solo dos años, a tiempo para el Festival Mundial de la Juventud y los Estudiantes de 1989, una versión norcoreana de los Juegos Olímpicos.
Con esta obra faraónica, Corea del Sur buscaba superar a su rival, Corea del Sur, ya que una empresa de este país acababa de construir en Singapur el Westin Stamford, en ese momento el hotel más alto del planeta. Pero las cosas con el Ryugyong se torcieron rápidamente, las obras empezaron a retrasarse y el plazo de dos años jamás se cumplió.
La caída de la URSS fue otro duro golpe para el futuro del Hotel Ryugyong. En 1992, las obras se detuvieron debido a la gran crisis que este acontecimiento histórico provocó en Corea del Norte. En ese momento ya se había levantado la estructura principal, pero aún no tenía ni las ventanas ni el acondicionamiento interior. No fue hasta 2011 que por fin se hizo el acristalamiento exterior.
El gobierno norcoreano decidió, entonces, inaugurar el hotel coincidiendo con el centenario del nacimiento de su expresidente Kim Il-sung, pero la fecha se pospuso de nuevo. Durante 2017 y 2018, se volvieron a hacer algunas obras en el edificio y se construyeron algunos caminos de acceso a él, así como un cartel con el nombre del alojamiento y una pantalla LED gigante en una de sus fachadas.