Un grupo de arqueólogos ha encontrado, por primera vez, cerca de una mina de plata romana en Alemania, una especie de ‘alambre de púas’ hecho de madera y otros restos de las defensas que usó Julio César para proteger a las legiones romanas durante el asedio de Alesia, la principal fortaleza de la tribu gala de los mandubios, durante la larga guerra de las Galias.
En el 52 a. C., Cayo Julio César empleó un ingenioso sistema de fosos y estacas para proteger a sus legionarios del ejército galo en Alesia, en una batalla decisiva que aseguró la victoria final de la República romana y que describió en su famosa obra ‘Comentarios sobre la guerra de las Galias’.
Los arqueólogos han estado excavando desde el siglo XIX el yacimiento de Bad Ems, situado a medio camino entre las actuales ciudades alemanas de Bonn y Maguncia, en la antigua frontera norte del Imperio romano.
Sin embargo, solo a raíz de un hallazgo casual de un habitante local en 2016, investigadores de la Universidad de Goethe descubrieron el campamento romano, rodeado por un doble foso y los restos de unas 40 torres de vigilancia de madera, en un área de 8 hectáreas donde hace un siglo fue desenterrado mineral de plata procesado junto con cimientos de muros y chatarra para las necesidades de producción, informa LiveScience.
Este año, un equipo de estudiantes dirigido por Frederic Auth desenterró clavos de madera milagrosamente conservados y una moneda del año 43 años d. C., lo que demuestra que la primera línea de defensa precedió a la construcción de un sistema de fortificaciones más grande y más estudiado conocido como ‘limes’ (que significa ‘línea fronteriza’), que se construyó en 110 d. C.
Un estudio posterior de ambas fortificaciones sugirió que fueron creadas siguiendo el sistema descrito por Julio César. El comandante quería que se necesitara a la menor cantidad de soldados posible para proteger el campamento, por lo que se cortaron troncos de árboles muy gruesos, se afilaron y sujetaron fuertemente en zanjas en el suelo, cubriendo estas defensas con ramas afiladas para repeler los ataques de los galos.
«Para esto, cortan troncos de árboles o ramas muy fuertes, acepilladas y bien aguzadas las puntas, tirábanse fosas seguidas, cuya hondura era de cinco pies. Aquí se hincaban aquellos leños, y afianzados por el pie para que no pudiesen ser arrancados, sacaban las puntas sobre las enramadas. Estaban colocados en cinco hileras, tan unidos y enlazados entre sí, que quien allí entraba, él mismo se clavaba con aquellos agudísimos espolones, a que daban el nombre de cepos», describió el propio César los trabajos realizados en las fortificaciones de este tipo.
El historiador romano Tácito ofreció pistas sobre lo que defendían las fortificaciones de Bad Ems: en el año 47 d. C., un gobernador llamado Curtius Rufus trató de extraer plata en esta área, pero se encontró poca cantidad, al no excavarse a suficiente profundidad. Siglos después, en el mismo lugar se extrajeron unas 200 toneladas de ese metal precioso.
La segunda fortificación nunca se completó y ambas líneas de defensa parece que fueron quemadas intencionadamente unos años después de su construcción, explica en un comunicado Markus Scholz, profesor de Arqueología Romana en la Universidad Goethe.
Lo que queda de estos campamentos romanos construidos para protegerse de posibles incursiones bárbaras se ha convertido en una joya única de la arqueología, ya que se trata del primer ejemplo sobreviviente de las fortificaciones descritas por César.