El ajuar de la aristócrata maya, uno de los grandes tesoros arqueológicos, se exhibe por primera vez en México.
Cuando los mayas cerraron hace 1.300 años el sarcófago de la señora Tz’ak-b’u Ajaw desearon que la aristócrata tuviese un largo viaje por el inframundo. No se equivocaron del todo. La Reina Roja ha hecho un extenso recorrido desde su descubrimiento en 1994: su restauración la llevó a Los Ángeles, después se exhibió en Nueva York, ha vuelto a México para ser mostrada en la capital durante mes y medio, y en septiembre regresará a Palenque (Estado de Chiapas, sur del país). El valioso ajuar de la reina maya se expone por primera vez en México en el Museo del Templo Mayor, en el corazón de Ciudad de México, donde estará hasta el 9 de septiembre.
La madrugada del 1 de junio de 1994, el arqueólogo Arnulfo González fue el primero en mirar por un orificio el interior del sarcófago de la Reina Roja. “¡Está llena de jade! ¡Es el alucine, del alucine, del alucine!”, gritaba el arqueólogo mexicano frente a las cámaras que captaron el momento. Decenas de huesos rodeados de miles de piedras de jadeíta y conchas de mar, todo cubierto por polvo de cinabrio, un mineral tóxico de color rojo, por el que el descubrimiento ha sido conocido desde entonces como la Reina Roja. Armar el rompecabezas de la tumba hallada en el Templo XIII de Palenque ha llevado 24 años. Primero, el restaurador Juan Alfonso Cruz consiguió armar la máscara de malaquita. Después, el especialista Constantino Armendáriz reconstruyó el pectoral, la diadema y el tocado del ajuar.
“Se logró que el ajuar, aunque todavía no está completo, está exhibido muy aproximado a como debería estar representado”, explica Miguel Ángel Vázquez, director del Museo de Palenque. Se tratan de siete piezas —máscara, diadema, collar, pectoral, tocado, concha y figurilla— que se han colocado sobre un maniquí de fibra de vidrio con las características de la aristócrata: 1,54 metros de altura, de entre 50 a 60 años de edad, con una deformación intencional de su cráneo (aplanamiento de la frente, una costumbre entre los mayas) y la mano derecha sobre su regazo. Los investigadores han logrado esta reconstrucción tras explorar en las inscripciones mayas a este personaje.
¿Quién era la Reina Roja? Tras años de investigación, los especialistas estiman que se trata de Tz’ak-b’u Ajaw, consorte del Rey Pakal, uno de los más importantes del periodo clásico de la cultura maya. Era conocida como la señora de la sucesión porque su tarea era perpetuar el linaje de Pakal. Fue madre de Kan B’alam y K’inich K’an Joy Chitam, dos gobernantes de la región. Los arqueólogos aseguran que las inscripciones la definen como una mujer fuerte y longeva. “Este es uno de los muy pocos casos en Mesoamérica en donde se puede asociar la iconografía con los hallazgos”, apunta la arqueóloga Patricia Ledesma, directora del Museo del templo Mayor.