Un grupo de científicos estadounidenses y australianos, en colaboración con la Corporación del pueblo aborigen Buurabalayji Thalanyji, encontró una ‘cápsula del tiempo’ arqueológica única, que demuestra los patrones de ocupación durante el Pleistoceno en la isla de Barrow, ubicada a unos 60 kilómetros de la región australiana de Pilbara.
De acuerdo con la investigación, publicada en la revista Quaternary Science Review, la isla estaba conectada con Australia y empezó a ser habitada probablemente hace unos 50.000 años. Sin embargo, con el aumento del nivel del mar a causa del deshielo, la conexión entre Barrow y el continente comenzó a inundarse hasta quedar completamente sumergida en el océano.
Las costas se encuentran sumergidas desde hace unos 6.500 años, y son especialmente importantes para comprender cómo vivían los primeros pueblos de Australia durante el Pleistoceno. Varias partes de la isla fueron habitadas durante un largo periodo de tiempo.
Uno de los yacimientos más antiguos
Dado que los aborígenes no ocuparon Barrow después de que quedara desconectada del continente, el registro arqueológico humano de la isla es una capsula del tiempo única en Australia, aseguran los científicos. Las excavaciones en la cueva Boodie revelaron pruebas de ocupación que datan de al menos 50.000 años, convirtiéndolo en uno de los yacimientos más antiguos de Australia Occidental.
Los científicos concluyeron que los aborígenes consumían grandes cantidades de mariscos, cangrejo, tortugas y pescado. También utilizaban piedra caliza local para fabricar sus herramientas, así como conchas gruesas y duras de caracoles marinos para fabricar cuchillos.
Sin embargo, los más interesantes fueron los hallazgos de los yacimientos ubicados en campo abierto. En tres años de prospecciones arqueológicas se registraron más de 4.400 artefactos de piedra tallada y lascas procedentes de casi 50 lugares diferentes, algunos hasta 90 kilómetros de distancia de la isla.
El descubrimiento demuestra que durante más de 43.000 años los aborígenes transportaron e intercambiaron materiales líticos procedentes de lugares que ahora se encuentran bajo el mar.
Asimismo, los numerosos yacimientos dejan constancia de cómo los aborígenes se adaptaron a los cambios del nivel del mar. Tanto los registros de superficie como los de las cuevas sugieren que los habitantes de la zona utilizaban más herramientas locales a medida que el aumento del nivel del mar cortaba el acceso a tierra firme.