México recuerda este 19 de septiembre una doble tragedia: 33 años del terremoto de 1985, el más mortífero en la historia (con más de 3.000 muertos), y el primer año del sismo de 2017, que marcó el inicio de una historia en la que la tierra no ha dejado de moverse.
Estadísticas del Servicio Sismológico Nacional (SSN) señalan que durante 2017 se registraron en el país 26.364 sismos, es decir, 72 por día, la mayoría de una intensidad de entre 3,0 y 3,9 grados Richter.
El 61,9% tuvieron como epicentro los estados de Oaxaca, Chiapas y Guerrero, lo cual los hace perceptibles en la capital del país, donde más de la mitad de la población vive con el temor de que se vuelva a repetir un terremoto superior a los 8,0 grados como el de 1985 o de 7,2 grados, como el del año pasado.
Una reciente encuesta del Consejo Ciudadano de Ciudad de México, reveló que el 54% de los capitalinos aún tiene miedo al recordar el sismo del pasado 19 de septiembre. Las conclusiones señalan que la población sigue en proceso de duelo y un año después no se ha dado el tiempo de procesar lo que sintió durante el terremoto.
«No me siento nada segura…por ejemplo en este edificio tan viejo, pues no contamos con nada, nos ponemos a salvo si podemos», dijo a Infobae Mary, un ama de casa que vive en un edificio de cuatro pisos en la zona aledaña a las colonias Condesa y Roma, dos de las más afectadas el año pasado.
Héctor Toledo que vivía en el Multifamiliar de Tlalpan, donde un edificio se colapso y el resto quedaron inhabitables, también siente esa inseguridad.
«Sabemos que va a volver a suceder, y que no va a haber una seguridad de que nada va a pasar, puede ser donde uno vive, donde uno trabaja y no se sabe las condiciones en las que se encuentran los edificios. Sabemos que los edificios no cumplen con la normatividad actual», dijo a Infobae.
El edificio donde vivía Héctor tenía más de 50 años de antigüedad, pero una de las críticas más fuertes después del terremoto fue que varios de los 64 edificios dañados o colapsados tenían menos de una década de haber sido construidos.
¿Estamos a salvo?
Tenochtitlán estaba erigida sobre una isla en el Lago de Texcoco. Los conquistadores españoles construyeron la Ciudad de México sobre esta población y decidieron drenar el agua del lago para poder expandir la metrópoli.
Unos 25 millones de personas, procedentes de todo el Valle de México (integrado por 60 municipios) se mueven todos los días en la capital mexicana donde estudian o trabajan, lo que agrava la situación de sus frágiles cimientos.
Dependiendo de la zona, la capital se hunde al año entre 20 y 42 centímetros y ante los constantes movimientos telúricos, muchos ciudadanos se preguntan si están seguros en caso de un nuevo terremoto, sobre todo, tomando en cuenta que sus hogares están expuestos a continuos movimientos de tierra.
Ante esta pregunta nadie quiere responder «sí» o «no» porque a pesar de los adelantos tecnológicos, no se puede predecir un sismo de gran magnitud. Pero lo que sí se puede afirmar es que todas las casas y edificios que cumplen con los reglamentos de construcción y que usan materiales de calidad pueden colapsar o sufrir daños, pero están diseñados para dar el tiempo suficiente a que la gente salga del lugar y no quede atrapada,especialmente todas las edificaciones que se hicieron después de 1989.
«Todas las estructuras se diseñan para que cuando llegue un gran sismo se van a dañar mucho y tal vez se van a colapsar, pero también están diseñados para que algunas áreas tarden más en colapsar y le den tiempo a la gente para que evacúe. Todo edificio que se colapsa y queda gente atrapada es un fracaso, y como en todo fracaso hay un responsable que puede ir desde los ingenieros hasta los constructores», explicó a Infobae David Alejandro Urzúa Pineda, consultor en estructuras de la empresa Pondera Ingeniería Estructural.
Aseguró que en caso de un nuevo terremoto los edificios que van a colapsar son aquellos o que no cumplen con los lineamientos o los que se construyeron antes de 1957 (año en que se registró en la ciudad un terremoto de 7,7 grados Richter).
«La mayoría de las estructuras se diseñan para que se dañen los extremos de las vigas, pero que no se caigan y así se evitar que se dañen las columnas y que la gente no quede atrapada», detalló.
Todos los edificios, dijo, deben estar construidos para soportar incluso ese gran sismo que los científicos aseguran que ocurre cada 500 años y puede llegar a tener una vida útil de 50 años o hasta varios siglos.
En cuanto a cómo actuar ante un sismo, distintos entrevistados aseguran que se han realizado tareas de preparación en centros de trabajo y escuelas, pero no en edificios de departamentos ni en casas, lo que los hace sentir aún más vulnerables.
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