Tom Marshall, un restaurador profesional de fotografías en el Reino Unido, se dio a la tarea de colorear una serie de imágenes del siglo XIX, tomadas durante los últimos años de la esclavitud en EE.UU., así como retratos de algunos de sus protagonistas que lograron sobrevivir hasta la vejez, ya a comienzos del siglo XX. En el marco del Mes de la Historia Negra en Reino Unido, el diario Daily Mail compartió esta semana su trabajo.
Las imágenes originales, obtenidas en la colección digitalizada de la Biblioteca del Congreso de EE.UU., ponen al descubierto los horrores enfrentados por quienes vivieron esa época. Muestran las condiciones en las que la población negra fue obligada a trabajar y las marcas que dejaron en muchos de ellos los castigos y maltratos que tuvieron que soportar antes de la abolición de la esclavitud en ese país, en 1865. «He coloreado esas fotos como un medio para compartir algunas de las historias de los fotografiados», asegura en su página web el artista.
Una de las fotos, del año 1862, muestra a un grupo de esclavos liberados en una plantación de ñame en Carolina del Sur, y fue tomada por Henry P. Moore, un nativo de New Hampshire que viajó hasta allá para documentar la Guerra Civil. Muchas de las personas que alcanzaron su libertad volvieron a trabajar como jornaleros, pero en su mayoría se negaron a cultivar nuevamente algodón y optaron por la siembra de maíz, papas y hortalizas.
Marshall coloreó una fotografía de 1863, titulada ‘La espalda azotada’, una de las más famosas de ese período y de las primeras que sirvieron a los abolicionistas para hacer campaña contra la esclavitud. El hombre retratado era un esclavo fugitivo llamado Gordon y también conocido como ‘Peter azotado’, y muestra su espalda con terribles cicatrices, resultado de los despiadados latigazos propinados por sus dueños.
McPherson & Oliver fotografió en Baton Rouge a dos esclavos fugitivos no identificados, vestidos con ropa andrajosa. Se desconoce la fecha exacta, pero se calcula que fue lograda en algún momento durante la Guerra Civil (1861-1865).
En 1864, el fotógrafo George N. Barnard capturó la fachada de una casa de subasta de esclavos africanos, conocida como Auction & Negro Sales y localizada en Whitehall Street (Atlanta, Georgia). Los individuos puestos en venta eran pinchados y obligados a abrir la boca ante sus posibles compradores. El subastador decidía el precio inicial de la puja, que siempre era más alto para los esclavos jóvenes que para los ancianos, los demasiado jóvenes o los enfermos.
En abril de 1937, la antigua esclava Georgia Flournoy fue retratada frente a su casa, en el marco de una entrevista. Contó que tenía más de 90 años y que su madre murió durante su parto. Había trabajado como niñera y no se le permitía socializar con ninguna de las otras personas esclavizadas en la plantación.
En otra fotografía, de comienzos del siglo XIX, se ve a un empleado de un museo de Alabama que lleva puesto un artilugio de hierro utilizado por los esclavistas para evitar que sus esclavos escaparan. Era un armazón, colocado alrededor del cuello y sujeto a la cintura, que incluía una campana para que sonara si el esclavo intentaba salir corriendo para fugarse.
En otra foto de Russel Lee aparece un antiguo esclavo, llamado Willis Winn, sosteniendo un cuerno con el que todos los días se llamaba a los esclavos a trabajar. Winn afirmaba tener 116 años cuando fue retratado, en 1939. Según relató, en la época en que tenía dueño, él y sus compañeros dormían sobre esteras de pasto, llenas de chinches. «Todavía duermo en un colchón de césped, porque no puedo descansar en camas de algodón y plumas», dijo en ese entonces.
Se estima que entre los siglos XVI y XIX, cerca de 12,5 millones de africanos fueron capturados, secuestrados y trasladados en barcos a América, del Norte y del Sur y el Caribe. En 1790 había alrededor de 700.000 esclavos en EE.UU., lo que equivalía a cerca del 18 % de su población total en ese momento. Para 1860, cinco años antes de la abolición de la esclavitud, eran casi cuatro millones los esclavos registrados por sus propietarios en todo el país.
Los descendientes de los esclavos, deberían pedir indemnización a E.U., así como hacen los judíos a Alemania, por el llamado holocausto.
El racismo es un flagelo que todavía se evidencia especialmente en los paises anglosajones y E.E.U.U no es la excepción.