El Sistema Solar consta de ocho planetas: Mercurio, Venus, Tierra, Marte, Júpiter, Saturno, Urano y Neptuno, catalogados en ese orden de acuerdo con su cercanía al Sol. Sin embargo, aunque parezca increíble, siendo Mercurio el más cercano también es el menos explorado.
Por esto cada nuevo descubrimiento que se haga de este planeta, así sea una imagen, es considerado como un hito en el marco de la investigación astronómica. Ejemplo de esto es la nueva galería que BepiColombo mostró de Mercurio.
El pasado 1 de octubre, esta misión desarrollada en conjunto por la Agencia Espacial Europea (ESA por sus siglas en inglés) y la Agencia de Exploración Aeroespacial de Japón (JAXA), que se lanzó desde el puerto espacial de Europa en 2018, envío a la Tierra una serie de fotografías que muestran la superficie de Mercurio.
“La imagen fue tomada a las 23:41:12 UTC (Universal Time Coordinated) por la Cámara de Monitoreo 2 del Módulo de Transferencia de Mercurio cuando la nave espacial estaba a 1410 km de Mercurio. La aproximación más cercana de 199 km tuvo lugar poco antes, a las 23:34:41 UTC del 1 de octubre. Esta imagen es una de las más cercanas adquiridas durante el sobrevuelo”, explicó la ESA por medio de un comunicado de prensa.
Lo más sorprendente de una de estas fotografías es que visibiliza las similitudes que existen entre la superficie de este planeta y la Luna terrestre. Tal como sucede con el satélite natural de la Tierra, Mercurio muestra una serie de cráteres de los cuales la ESA explicó su origen en el documento oficial:
“Una teoría es que pudo haber comenzado como un cuerpo más grande que luego fue despojado de la mayor parte de su roca por un impacto gigante. Esto lo dejó con un núcleo de hierro relativamente grande, donde se genera su campo magnético, y solo una delgada capa exterior rocosa.
Mercurio no tiene equivalente a las antiguas tierras altas lunares brillantes: su superficie es oscura en casi todas partes y se formó por vastas efusiones de lava hace miles de millones de años. Estos flujos de lava tienen las cicatrices de cráteres formados por asteroides y cometas que chocan contra la superficie a velocidades de decenas de kilómetros por hora. Los suelos de algunos de los cráteres más antiguos y más grandes han sido inundados por flujos de lava más jóvenes, y también hay más de un centenar de sitios donde las explosiones volcánicas han roto la superficie desde abajo”.
Cabe recordar que esta misión está trabajando con dos naves espaciales: Mercury Planetary Orbiter y la Mercury Magnetospheric, las cuales se encuentran en busca de la órbita de Mercurio a la que podrían llegar a finales de 2025.
Asimismo, se sabe que con esta misión también se intenta poder recoger más información sobre el planeta más cercano al Sol, como su composición y la forma en que este ha podido evolucionar estando tan cerca de esta estrella; y es que para los científicos ha sido casi inconcebible que Mercurio se haya podido desarrollar como astro al estar sometido a temperaturas que pueden superar los 350 grados Celsius (660 grados Fahrenheit).
Por el momento, estas dos naves “operarán desde órbitas complementarias para estudiar todos los aspectos del misterioso Mercurio desde su núcleo hasta los procesos superficiales, el campo magnético y la exosfera, para comprender mejor el origen y la evolución de un planeta cercano a su estrella madre”.