En un hospital de Uganda, en Africa, las enfermeras piden al paciente que haga una prueba de saliva, y que después de una hora puede indicar si tiene tuberculosis.
«¿Cuánto tiempo lleva tosiendo?». Es una pregunta «a priori» sencilla que puede surgir en cualquier hospital. Pero se vuelve imprescindible en Uganda, con 90.000 pacientes al año de tuberculosis, calificada como la enfermedad infecciosa más letal del mundo.
Hajara Nagudi, una madre joven, espera fuera de la consulta del centro de salud de Nsagi, una localidad a pocos kilómetros de la capital ugandesa, Kampala.
A pesar de la existencia de una lluvia, suave pero constante, ha decidido acudir a este ambulatorio porque su bebé de un año y cuatro meses está tosiendo. «Está enferma, tose», dice.
Nagudi tiene VIH, el virus del sida, una enfermedad muy ligada con la tuberculosis que aumenta las posibilidades de contraerla.
A cada paciente que llega al centro, ya sea por diarrea o un simple herpes, los médicos y enfermeras les hacen las mismas preguntas: ¿lleva tosiendo más de dos semanas? ¿Ha estado en contacto con otros enfermos? ¿Nota que últimamente se le caen los pantalones?.
Son preguntas fáciles, una sencilla evaluación clínica, pero si se hacen concienzudamente pueden ayudar a detectar casos de tuberculosis, un mal silencioso que muchas veces es tratado con jarabes para la tos.
De esta forma, los médicos evalúan de 4.000 a 6.000 personas al mes.
Con estas «herramientas de detección activa», implementadas en este centro gracias a un programa de la Unión Internacional contra la Tuberculosis y las Enfermedades Pulmonares (The Union), en Uganda se detectan el 6 % de los casos de la enfermedad.
De hecho, según comenta el director del Programa Nacional de Tuberculosis y Lepra (NTLP) del Gobierno ugandés, Mugabe Frank Rwabinumi, desde que usan este tipo de métodos es la primera vez que están notando un incremento de casos.
Además de las preguntas, un factor clave de la lucha contra la tuberculosis en este centro son los voluntarios que van a las comunidades y ayudan a que se siga el tratamiento, pues si un paciente de tuberculosis deja las pastillas antes de que acaben los seis meses, la enfermedad se puede desarrollar resistencia, y entonces es más difícil de tratar.
El problema, a veces, es el estigma. La tuberculosis se asocia con frecuencia (aunque no necesariamente) con el VIH, y eso conlleva todo los prejuicios que trae el sida.
No solo en esos paises, soy sobreviviente de esa cruel enfermedad, el problema en nuestro pais El Salvador es que cuesta que la detecten oportunamente, el paciente debe insistir en consultas y examenes por que los doctores no creen que esta enfermedad aun exista.