Por: Rigoberto Chinchilla *
Se trata de una manera de comprar la voluntad del periodista, en México les llaman “peyoteros” tradicionalmente todos dentro del argot periodístico salvadoreños sabemos que te digan la expresión que son un “periodista mentero” es peyorativo, desagradable e incluso una elevada ofensa.
Pero donde surgió esa expresión de “periodista mentero”, la vieja guardia de periodistas entre las que incluyó a Peñate Sambrano el cual laboró para El Diario de Hoy durante muchos años, en la época análoga cuando se utilizaba el famoso derecho de piso y se utilizaba máquinas de escribir Royal, Triumph, Remilton me explicó que él comenzó a escuchar esa expresión durante la administración presidencial de Arturo Armando Molina, en esa larga generación de Presidentes militares en la que los civiles ni tenía la más mínima posibilidad de inscribirse y donde el relevo era preparado incluyendo los golpes de Estado, que entre ellos se generaban.
El presidente Molina, no tenía mucha fama de ser respetuoso de la gramática ni de la semántica, al grado que le puso de nombre a la “presa del cerrón grande”, a pesar que le recomendaron que lo correcto era la presa del cerro grande, pero constitucional y en términos legales es la “presa del cerrón grande” gracias a él.
Peñate Sambrano, era un zorro periodista se llevaba muy bien con los militares y los funcionarios de Estado, había construido ese puente con sus fuentes noticiosas fue muy amigo de Adrián Roberto Aldana, y se convirtió en el único periodista salvadoreños que entrevistó al legendario Ernesto Ché Guevarra, Adrián Aldana su competencia en la Prensa Gráfica pero que audazmente le pegaba en otra expresión periodística “buenas teleguiadas en la cobertura” pero a veces le tocaba recibirla, lo cierto que fue en esa época cuando comenzó la expresión de periodistas menteros.
Durante las conferencias de prensa del mandatario ligado al desaparecido partido de conciliación nacional PCN; aclaro desaparecido, porque hoy existe el partido de concertación nacional.
Sus entonces encargados de prensa convocaban en el local histórico de la tercera calle oriente, ubicado frente al local de baterías superior, donde siempre ha estado uno rinoceronte de cemento y de dimensiones reales. Previo a esa conferencias sus encargados de prensa repartían las preguntas que el mandatario ya sabía que le iban a preguntar los periodistas en un orden arreglado generalmente eran tres y él se extendía de manera cómoda hablando de los temas que le interesaban, era una época en la que el periodismo era más dócil y su desarrollo era muy pobre, la fotografía pasaba por tres proceso desde la toma, el revelado y su publicación, los fotógrafos les pagaban 50 centavos de colón por fotografía publicada.
Para esos años estaba destacando mucho la confitería americana, vendía dulces de gran variedad y había tenido éxito las patillas de “menta gallito” que venía en un doble envoltorio de papel plateado y enrollado, su sabor refrescante aniquilaba el mal aliento y disimulaba los olores de las juerga nocturnas a la que los periodistas de esa época solían concurrir por las noches anteriores en los bares de las proximidades de la librería Roxí y alrededores del restaurante el Pollo Gordo, y el Bella Nápoles.
Por eso a la hora de que el maestro de ceremonia, anunciaba la llegada del presidente constitucional de la republica al podio donde daban la conferencia, los periodistas presentes y a quien ya le había entregado las preguntas que el mandatario contestaría comenzaban a buscarse el papelito que generalmente se los entregaban disimuladamente y lo guardaban en la bolsa de izquierda de sus camisas, donde venía la pregunta que le preguntarían al presidente, los que no le había entregado pregunta, les decían a “vos sos un periodista un periodista vendido”, y el periodista que había aceptado hacer la pregunta respondía, yo buscando mi “menta gallito” estoy, porque la mayoría de periodistas andaba su mentas en la bolsa de la camisa, esa expresión se retomó para acusar de menteros a los periodistas que daban cobertura a eventos y por los cuales a fin de mes pasaban a cobrar su cheque a las instituciones del Estado e instituciones autónomas que pagaban porque al menos una foto apareciera de sus eventos en los periódicos de esa época.
Las mentas en el periodismo salvadoreño no han desaparecido, sobreviven, son una especie de dadivas disfrazadas, llegan como regalías, invitaciones, coberturas turísticas, estadías y como beneficios paralelos a la actividad periodística. Son antiéticas, inaceptables y peyorativamente despreciables para quienes las toman y han hecho del periodismo una actividad despreciable por algunos sectores que miden con la misma vara a los que profesionalmente ha cumplido su labor de manera transparente. El periodismo tiene una finalidad de tipo social, su herramienta es la verdad, trabaja con la conciencia de los ciudadanos en la búsqueda de lo objetivo y el hecho que esencialmente no exista a plenitud la verdad y la objetividad, no significa que en el diario quehacer periodístico no deba buscarse.