Por: Merlin Barrera (*)
Recientemente hemos sido testigos de una noticia que nos impactó a todos los salvadoreños: Un joven de 26 años, Óscar, y su hija Valeria, de tan solo dos años, que murieron ahogados el domingo 23 de junio al intentar cruzar la frontera con Estados Unidos, en la ciudad de Matamoros, estado de Tamaulipas, México.
Algunos medios describieron la escena de esta manera: “Una imagen estremecedora en la que se observaba los cuerpos de padre e hija quienes yacían boca abajo a la orilla del río Bravo, del lado mexicano. La mitad superior del cuerpo de la niña estaba metida entre la camiseta y el torso de su padre, lo que sugiere que, él trataba de protegerla, de alguna forma, en sus últimos momentos de vida”.
Ciertamente esta es la imagen que viven o han vivido una buena parte de las familias de este país. Creo que no hay un solo salvadoreño que no tenga un familiar cercano, un hijo, un padre o un amigo, que decidió emprender un camino similar. Muchas son las madres que se quedan aferradas a su fe, pidiendo a Dios durante largas noches y días, en espera de una llamada que confirme la llegada a la “tierra prometida”. Y muchas son las historias, anécdotas o estremecedores relatos de las amargas experiencias que viven todos aquellos salvadoreños que deciden cruzar la frontera de Estados Unidos como “mojados”.
Por otra parte, he escuchado de un sin numero de iniciativas no gubernamentales, gubernamentales, nacionales e internacionales, todas ellas orientadas a frenar el fenómeno de la migración ilegal de salvadoreños, especialmente hacia los Estados Unidos. Sin embargo, cuanto más difíciles parecen ser las medidas que toman las autoridades migratorias para contener los flujos de migrantes, más gente está considerando esa opción.
La pregunta que me salta entonces es: si hay tantos riesgos, tanta incertidumbre, tanta persecución y exposición a accidentes, crimen organizado, trata de personas y órganos e incluso a la muerte, ¿por que continúa el deseo de emigrar hacia los Estados Unidos?
Creo que son muchas las razones por las que los salvadoreños deciden tomar esa decisión. Hace un par de décadas recuerdo que la mayoría de los que emigraron, lo hicieron huyendo de la guerra, que ya sea por el bando del ejercito o de la guerrilla, tenían razones para sentirse perseguidos y tomaron la decisión de migrar mayormente hacia los Estados Unidos, pero también para Australia, Milán (Italia), Suecia y otros lugares.
Hoy en día creo que muchos salvadoreños migran porque en sus comunidades no cuentan con las condiciones para generar bienestar para ellos y sus familias.
Un estudio reciente realizado por CEPAL, señala que la mayoría de salvadoreños migran ilegalmente hacia los Estados Unidos porque quieren una mejor situación económica, es decir que si bien la violencia e inseguridad en sus comunidades son factores que pueden motivar el que ellos deseen dejar sus hogares, la razón principal por la que la gente migra en nuestro país es para buscar un lugar donde puedan tener una mejor situación económica, más próspera, oportunidad de tener un empleo mejor remunerado, seguridad financiera para toda la familia, en fin, un lugar donde puedan tener una mejor calidad de vida.
Considero que una buena parte de los que migran sostienen que las amenazas de muerte que reciben de las pandillas, la posibilidad de que tanto ellos como sus familias sean obligados a realizar actos criminales, las “rentas” que son exigidas para entrar y salir de las comunidades o la posibilidad de ser vinculados con pandilleros por parte de la PNC, es otra razón que explica los movimientos migratorios.
Ciertamente, otro porcentaje, a lo mejor menor, emprende la migración ilegal porque quiere reunificar a sus familias y envían por sus cónyuges o hijos para intentar cruzar la frontera.
En fin, sean las razones que sean, lo cierto es que muchos salvadoreños exponen su vida, la de sus hijos y sus familias intentando llegar a los Estados Unidos.
Migrar es un derecho humano que tenemos todos, por tal razón si lo que realmente queremos es que los salvadoreños dejen de morir al intentar migrar en forma ilegal, debemos entender que el Estado salvadoreño debe hacer un esfuerzo para crear condiciones que generen desarrollo económico sostenido, sustentable y equitativo. Solo eso, generará las condiciones para que los salvadoreños que desean migrar puedan ver en su propio país la posibilidad de vivir bien y seguro.
Los migrantes no son aventureros que deciden experimentar emociones, son personas pobres que viven marginados, excluidos de las posibilidades de acceder a servicios básicos de calidad, de buenos atención de salud, de educación para sus hijos, de seguridad ciudadana.
Por tanto, solo en la medida que entendamos la complejidad que esta detrás de tomar la decisión de migrar y trabajemos como Estado en la generación de mejores condiciones de vida para la población a largo plazo, solo así, dejaremos de ser testigos de ese terrible drama que día con día viven los salvadoreños que migran ilegalmente, como lo vivió Óscar y su pequeña hija Valeria.
Esto requiere de un replanteamiento de la política pública para un mejor desempeño económico, donde la reducción de la pobreza sea una prioridad y donde tengamos presente que no se trata de evitar la migración con muros o políticas represivas, sino creando condiciones para ofrecer bienestar a nuestra población.
*Economista
Es necesidad ,que uno ariesga todo para salir del pais , donde se pueda vivir un poco mejor y ayudar a los que dejamos alla .SI HOY EN DIA el gobierno les da mas oportunidades a los jovenes, no hay razon por ariesgar vidas,ya q no hay como vivir alla
¡ Que bonitos collar y aritos de perlas ¡….Estamos en abundancia en El Salvador mientras el Pueblo no tiene nada y por eso emigra buscando mejores posibilidades de vida…..