Con mucho optimismo, coraje y valentía, la montañista Alfa Karina Arrué emprende hoy uno de los retos más importantes de su vida como mujer, ser humano y atleta: ser la primera salvadoreña en ascender a la cima del Monte Everest.
Arrué nació el 22 de abril de 1976, es originaria de Santa Tecla y sus padres son Héctor Valle y Raquel Arrué de Valle. Es la mayor de tres hermanos y define su infancia como una etapa feliz «era una niña muy inquieta y activa, por eso tengo muchas cicatrices”.
Durante su niñez, Alfa Karina perteneció al movimiento scout y fue así como tuvo su primer contacto con las montañas, el ascenso a El Boquerón de San Salvador fue su primer paso “Para mi esa experiencia fue como ¡wow! Así fue como conocí las montañas, también fuimos a Montecristo, después hicimos una larga caminata desde Zaragoza a las cascadas de San Antonio, en La Libertad”.
Ya en la adolescencia las actividades deportivas aumentaron, pues dedicaba aproximadamente cinco horas a realizar diversas actividades físicas, entre ellas: correr, jugar baloncesto y surfear, en lo que estuvo involucrada casi cuatro años.
Luego llegó una nueva etapa en su vida: ingresó a la Universidad Centroamericana José Simeón Cañas a estudiar la carrera de Ciencias Jurídicas. Sus estudios universitarios la obligaron a poner en pausa sus actividades deportivas y le abrieron las puertas al amor, ya que conoció a quien sería el padre de sus tres hijos.
“Para mí ser mamá es lo más hermoso que me pudo pasar. Me encanta todo, mi papel de madre, me encantan mis hijos, es más, yo quería tener cinco hijos, pero no pude porque todos mis embarazos eran de alto riesgo”, recuerda la montañista.

No todo fue color de rosa. Luego de ocho años de matrimonio, Alfa Karina y su esposo tomaron la decisión de divorciarse. «Eso no estaba entre mis planes, porque cuando uno se casa no lo hace con esa intención, pero he aprendido que todo pasa por una razón y ahora estoy aquí”, reflexiona Arrué.
Incluso, ese capítulo de su vida la llevó a caer en una depresión severa, pero sacó fuerzas de la debilidad y supo reponerse.
“Pasé un momento difícil después del divorcio. Me deprimí súper fuerte, pero luego pensé en que mis hijos no podían verme así, no podía ser ejemplo de derrota especialmente para las niñas, así que ahí fue donde empecé a levantarme y a buscar actividades para reencontrarme», recuerda la atleta.
Tras tocar fondo emocionalmente, Alfa Karina tuvo un amor a primera vista con las montañas. Y es que la atleta reconoce que en cada ascenso realizado sentía que su carga personal, sus miedos y dolor iban mermando, por lo que se enamoró del montañismo.
El área social siempre me ha encantado
Alfa Karina es abogada y notaria. Se graduó en el 2002 de la Universidad Centroamericana José Simeón Cañas. Luego, en 2008, realizó una especialización en Desarrollo Local en la Universidad Pablo de Olavide, de España, a lo que se agrega una maestría en Derecho Constitucional y Derechos Humanos.
“Siempre he trabajado mucho en el campo, en las áreas rurales y es la satisfacción más grande que tengo. Me gusta desarrollar proyectos de área rural para mujeres”, detalló.
Actualmente trabaja de manera independiente dando consultorías sobre programas de apoyo a mujeres, programas de reinserción social y programas de arte.
¿Por qué subir el Everest?
Arrué se ha preparado durante seis años. Desde aquel día que decidió despojarse de su carga emocional y se comprometió con ella misma a dar lo mejor en cada montaña, su objetivo de subir la cumbre más alta del mundo fue más clara.
El Monte Everest ha sido denominado como “El techo del cielo”, ya que con sus 8,848.86 metros sobre el nivel del mar es considerada la montaña más alta del mundo y pertenece al exclusivo listado “Las 14 ochomil”, en el que figuran todas las cumbres que miden más de ocho mil metros.

Hasta la fecha hay registro de que cinco salvadoreños ya lo intentaron: Camila Palomo, Connie Sol y Adriana Sol en 2018, mientras que Liss Nieto y Eduardo Nieto trataron en 2019, sin embargo, ellos solo lograron llegar al Campo Base Sur del Monte Everest (5,364 msnm) en Nepal, en donde se puede tener acceso haciendo trekking turístico, sin necesidad de un permiso de montañista profesional.
Es por ello que Arrué, quien anunció en 2015 que sería la primera salvadoreña en intentar subir a la cumbre del Monte Everest, quiere hacer historia e ingresar al selecto grupo de mujeres que han logrado llegar a la cima del Everest.
“El montañismo me ha generado retos y eso ha hecho que me esfuerce mucho más, en relación a los demás deportes que practiqué. Sé que todos los deportes necesitan disciplina y esfuerzo, pero particularmente este, por las condiciones en que lo inicié y de dónde me sacó, me enamoró”, expresa Karina.
Para Arrué el Everest se ha convertido en un reto personal que ha requerido de seis años de sacrificio, persistencia, mucho trabajo de acondicionamiento físico y mucha fortaleza mental.
En esa etapa de preparación Alfa Karina ha ascendido cumbres importantes de América, como: el Cerro Aconcagua, en Argentina (6,982 msnm), el Volcán Chimborazo, en Ecuador (6,268 msnm), el Nevado Pisco, en Perú (5,752 msnm). Además, ha subido en ocho ocasiones el Volcán Citlaltépetl, en México (5,650 msnm).
“De los 14 ochomil, el Everest es un hito. Si logras hacer esta cumbre, entonces estás seguro que podés hacer los otros que son más bajos que el Everest. Eso sí, no significa que sean más fáciles, porque son más técnicos, pero las condiciones que se enfrentan en la cumbre del Everest lo hacen ser el más difícil», explicó Arrué.
La ruta
La montañista iniciará su ruta hacia el Everest el 22 de marzo, viajando vía Ciudad de Panamá-Brasil-Doha-Katmandú, en este último destino deberá cumplir una semana en cuarentena y luego iniciar trámites de permisos para trasladarse en avioneta a Lukla para comenzar su ascenso al “Techo del Cielo”, el próximo 5 de abril.
“Para llegar al Campo Base Sur es aproximadamente una semana caminando. Una vez ahí, permaneceré un mes y medio en periodo de aclimatación subiendo y bajando la montaña», explica Alfa Karina quien, debido a la pandemia del COVID-19, no pudo realizar una preparación de altura adecuada, por lo que triplicó sus entrenamientos y el consumo de hierro para subir sus niveles de hemoglobina.
Y es que las bajas temperaturas son uno de los desafíos más grandes que deberá afrontar y que, incluso, han hecho que muchos montañistas fallen en su misión de llegar a la cumbre del Everest.
“La verdad no tengo miedo, ya que, desde el primer momento que es un deporte de alto riesgo, uno sabe lo que conlleva. Igual uno puede morir en la calle, en el baño de su casa, todo depende de como uno enfrenta la vida y la muerte, ya que la muerte es algo natural y no hay que tenerle miedo”, puntualiza Arrué.
Y la determinación de Arrué también se ve fortalecida por el apoyo que su familia le ha brindado desde el momento que reveló su sueño. «Siempre soñé con hacer cosas grandes. Yo soy muy feliz con mis hijos, como mamá, pero no dejamos de existir como seres humanos y entonces también debemos luchar por nuestros sueños», enfatizó la montañista.
Un punto importante es que, luego que muchas empresas e instituciones no le brindarán apoyo para poder cumplir su sueño, Arrué se trazó como meta que los salvadoreños pueden lograr grandes cosas y que el hecho de ser mujer tampoco es impedimento.
La expedición tiene un costo aproximado de $65,000, la cual ha sido financiada casi en su totalidad de su propio bolsillo, incluso teniendo que hipotecar su vivienda para conseguir esos fondos.
La ayuda otorgada por INDES ha sido de $5,085, que utilizará la atleta para pagar su afiliación al American Alpine Club 2020-2021, lo cual le permite tener un seguro de viaje. De igual forma, Arrué adquirirá, gracias a la ayuda del INDES, un seguro de rescate con el Everest Global Rescue, el visado e ingreso a Nepal, sus pruebas COVID-19, el pago de equipaje extra de dos duffels (maletas tipo bolsa grande de lona) con equipo deportivo, comunicaciones (internet y teléfono satelital), equipo de alta montaña, equipo de grabación, ropa de presentación, refuerzo de grabación y material de revestimiento para su indumentaria deportiva.
Hasta la fecha, Karina ha ascendido 700 cumbres, entre ellas las más importantes de América, como: el Cerro Aconcagua, en Argentina (6,982 metros), el Volcán Chimborazo, en Ecuador (6,268 metros), el Nevado Pisco, en Perú (5752 metros). Además, ha subido en ocho ocasiones el Volcán Citlaltépetl, en México (5,650 metros).
«Cuando inicié este proyecto fue algo personal, pero después realmente es algo que creo que puede inspirar a otras mujeres y a las niñas de mi país, a que nos atrevemos a ser valientes, a demostrar que somos capaces de hacer grandes cosas y que no nos de miedo», reiteró.
DIOS te guarde!