Desde la llegada de Nayib Bukele a la presidencia en 2019, El Salvador ha experimentado una caída histórica en la tasa de homicidios, convirtiéndose en uno de los países más seguros de la región tras haber sido uno de los más violentos del mundo.
En 2015, la tasa de homicidios alcanzó un alarmante 103 por cada 100.000 habitantes, cifra que se redujo progresivamente hasta 2019, cuando aún se mantenía en 35.8.
Sin embargo, con la llegada de Bukele al poder y la implementación de su política de seguridad, la tendencia descendente se aceleró drásticamente.
En 2020, la tasa bajó a 21.2, en 2022 cayó a 7.8 y, en 2023, se desplomó hasta 2.4. Para 2025, El Salvador registró su nivel más bajo de homicidios con una tasa de apenas 1.15.
El gobierno de Bukele ha atribuido estos resultados a su estrategia de seguridad, que incluye el Plan Control Territorial y el régimen de excepción, así como el despliegue masivo de fuerzas policiales y militares.
Según las últimas encuestas, 9 de cada 10 salvadoreños respalda al mandatario y sus estrategias, reflejándose en su reelección para un segundo período.
La transformación de El Salvador en materia de seguridad es ya un referente internacional, marcando un antes y un después en la lucha contra la violencia en la región.