El Salvador está a punto de alcanzar un logro sin precedentes en su historia: 1,000 días sin registrar homicidios a nivel nacional. Este hito, que refleja una transformación radical en la seguridad del país, es atribuido a las políticas implementadas por el presidente Nayib Bukele desde que asumió el cargo en junio de 2019.
El notable descenso en la violencia se debe principalmente al Plan de Control Territorial, una estrategia de seguridad lanzada por Bukele para desmantelar las estructuras de las pandillas que durante décadas aterrorizaron a la población. Además, la declaración del Estado de Excepción en marzo de 2022, tras un repunte de violencia, permitió a las autoridades arrestar a más de 85,000 personas con presuntos vínculos con pandillas, según datos oficiales. Este operativo, combinado con la apertura del Centro de Confinamiento del Terrorismo (CECOT), una prisión de alta seguridad con capacidad para 40,000 reclusos ha debilitado significativamente a grupos criminales como la Mara Salvatrucha (MS-13) y Barrio 18.
En 2015, El Salvador era conocido como uno de los países más violentos del mundo, con una tasa de homicidios que superaba los 100 por cada 100,000 habitantes. Sin embargo, bajo la administración de Bukele, esta cifra se ha reducido drásticamente a 1.9 homicidios por cada 100,000 habitantes en 2024, posicionando al país como uno de los más seguros del hemisferio occidental, según el gobierno salvadoreño.
Mientras tanto, la popularidad de Bukele permanece inquebrantable, con encuestas que le otorgan un respaldo superior al 85%. Los salvadoreños, que por años vivieron bajo el temor de las pandillas, celebran la posibilidad de caminar por sus barrios sin miedo y el renacimiento de espacios públicos.
A medida que El Salvador se acerca a este hito histórico, el “modelo Bukele” continúa siendo un punto de referencia para otros países de la región.