California es el paraíso de las Kardashians. Las hermanas de la saga viven en el exclusivo barrio de Hidden Hill, en Calabasas, una zona de Los Ángeles donde también tienen sus mansiones famosos como los Osbourne, el rapero Drake o Justin Bieber.
Muchas de esas casas se vieron amenazadas e incluso se calcinaron en los pasados incendios de noviembre que azotaron la región; de hecho, Kim Kardashian, la más mediática de las hermanas, contrató a un equipo de bomberos privado para que les ayudaran a apagar el fuego que cercaba su propiedad. Sin embargo, no es el único lugar donde tienen inversiones inmobiliarias.
Tal y como desvela ahora la web Page Six, Kim Kardashian y su marido, el rapero Kanye West, han decidido ampliar su cartera y se han hecho con un apartamento en Miami, Florida, en la otra punta del país. Un piso en la playa, sí, pero muy distinto del de la mayoría de los mortales. La casa en cuestión tiene casi 440 metros cuadrados, cuatro dormitorios, cinco baños y está rodeado de una gran terraza. El capricho les ha salido por 14 millones de dólares, unos 12,2 millones de euros.
Esta nueva propiedad de Kimye, como se denomina a la pareja, está ubicada en la llamada Faena House, un edificio a pie de playa diseñado por el célebre arquitecto Sir Norman Foster y finalizado en 2015. El edificio de 17 plantas —a las que se accede a través de cuatro ascensores de cristal— alberga 41 apartamentos de lujo, diseñados para fundirse con el ambiente y resultar eficientes a la hora de enfriarlos en verano.
El bloque cuenta con una gran piscina rodeada de palmeras, así como con gimnasio privado, spa, conserje y aparcamiento subterráneo.
Los Kardashian West visitan Miami con frecuencia. Allí abrió la empresaria algunas de sus primeras tiendas, llamadas Dash, junto a sus hermanas, y su reality tuvo un spin off en esa ciudad entre 2009 y 2012 llamado Kourtney and Kim Take Miami. Además, West es un asiduo a la feria Art Basel que se celebra anualmente en la ciudad.
En su nuevo edificio, Kim, Kanye y sus hijos —North, Saint y Chicago— no serán los únicos ocupantes de alto poder adquisitivo. Compartirán sus acristalados ascensores con el presidente de Goldman Sachs, Lloyd Blankfein, con el oligarca y filántropo Len Blavatnik o con el multimillonario inversor Ken Griffin, que pagó 60 millones de dólares por dos áticos en el mismo edificio.