Uruguay con su fórmula preferida. A su manera. Y mereciendo ese grito sufrido, agónico, que debió haber llegado antes.
Pareciera que construye su propia película para disfrutar de la épica. No había podido Luis Suárez en tres chances clarísimas, de esas que el delantero de Barcelona convierte los fines de semana con los ojos cerrados. Tampoco había podido su socio, Edinson Cavani, la figura del partido, con una volea que tapó el arquero y con un tiro libre a tres minutos del final que pegó en el palo.
Pero Uruguay fue. Hasta el final. Como siempre. Voló el centro con rosca de Carlos Sánchez desde la derecha y en el corazón del área fueron en busca de la pelota los dos centrales. Los que empujan desde atrás como si fueran los primeros delanteros. Las columnas de Uruguay: Diego Godín y José María Giménez.
Fue Josema el que le ganó a todos y la clavó de cabeza contra el palo. Arriba, Uruguay. De arriba, Uruguay. Merecía ganarlo con más tranquilidad pero supo ganarlo con la épica de siempre.
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