Las autoridades ucranianas denunciaron este jueves la existencia de cámaras de tortura para menores en Jersón, región ucraniana aún bajo control parcial de Rusia, en las que se había ejercido presión psicológica y física en las víctimas.
En total, se han localizado 10 de estas cámaras, precisó el delegado de Derechos Humanos en el Parlamento ucraniano Dimytro Lubinets a través de su cuenta en Telegram.
Lubinets también señaló que unos 12.000 niños ucranianos habían sido llevados a Rusia desde que comenzó la invasión en febrero, 8.600 de ellos por la fuerza.
El funcionario, que ha presentado una serie de informes sobre supuestas torturas, destacó que las condiciones eran peores que los sitios de confinamiento investigados en otras áreas recuperadas. «Documentamos que a los niños no les daban agua” diariamente, sino «cada dos días”, acusó. Además, «prácticamente no les daban comida”.
«Usaron presión psicológica. Les decían que sus padres los habían abandonado y que no regresarían”, indicó.
Estas informaciones coinciden con el último reporte de niños muertos desde el inicio de la invasión rusa, cifra que según la fiscalía ucraniana se sitúa en 447 fallecidos, mientras que la de heridos asciende a 856.
El organismo también documenta 64 casos de violencia sexual en la región de Jersón por parte de miembros del ejército ruso.