Un área de bajas presiones que avanza con lluvias y tormentas eléctricas por el noreste del Golfo de México puede convertirse en las próximas horas en una depresión tropical de corta duración o incluso en una tormenta tropical justo cuando, este 1 de junio, se inaugura la temporada de huracanes en el océano Atlántico.
El Centro Nacional de Huracanes (NHC, en inglés) informó el jueves de que la perturbación cuenta con un 50 % de posibilidades de convertirse en las próximas 48 horas en un sistema con nombre (le correspondería Arlene), y que, en todo caso, pase lo que pase, traerá fuertes lluvias al estado de Florida durante el fin de semana.
El centro meteorológico, con sede en Miami (Florida), señala que las condiciones parecen “marginalmente favorables para el desarrollo” y «podría formarse» una depresión tropical o tormenta de corta duración en uno o dos días a medida que el sistema avanza sobre el noreste del Golfo de México. Sin embargo, matiza, el fin de semana las condiciones se tornarían desfavorables a medida que avance hacia el sur, y seguirá posiblemente mar adentro en el Golfo.
Un avión caza huracanes podría adentrarse en el sistema durante las próximas horas para recabar datos sobre su posible desarrollo.
La temporada oficial de huracanes comienza este jueves en el Atlántico con pronósticos que indican que el número de ciclones puede estar dentro del promedio de años anteriores. Pero Mike Brennan, director del Centro Nacional de Huracanes, subrayó el miércoles que nada es realmente normal en lo referente a ciclones.
“Una temporada normal podría sonar bien si se le compara con algunas temporadas de huracanes de los últimos años”, comentó, “pero no hay nada bueno en una temporada casi normal de huracanes en cuanto a actividad”.
Persiste también la incógnita de cómo afectará el fenómeno climático El Niño, que después de cinco años ausente va a desarrollarse en el océano Pacífico y podría continuar “bastante pronunciado” el resto del año, según señaló Anthony Reynes, meteorólogo de la Administración Nacional de la Atmósfera y los Océanos (NOAA, por sus siglas en inglés), de la que depende el NHC.
El Niño es un fenómeno climático temporal en el Pacífico que ocurre cada determinado número de años y cambia los patrones del clima a nivel mundial. Por lo general, el Atlántico es más tranquilo y registra menos tormentas cuando coincide con El Niño. Esto se debe a que las aguas más cálidas por El Niño hacen que el aire más caliente sobre el Pacífico alcance mayor altura en la atmósfera y afecta la cortante del viento que podría desviar las tormentas.
Brennan subrayó que hay factores que aumentan la incertidumbre sobre los efectos de El Niño, como temperaturas muy cálidas en la superficie del mar, flujos de viento de levante más débiles a bajo nivel, y una temporada monzónica africana más activa.
Los pronósticos de la NOAA indican que de aquí al 30 de noviembre se esperan entre 12 y 17 tormentas con nombre con vientos máximos de al menos 39 millas por hora (62 kilómetros por hora).
Entre cinco y nueve de esas tormentas se convertirían en huracanes con vientos máximos de al menos 74 millas por hora (119 kilómetros por hora) y entre uno y cuatro de esos huracanes podrían escalar a la categoría de mayor (157 millas por hora, o más de 252 kilómetros por hora), es decir, fuerza de 3 a 5 según la escala Saffir-Simpson.