Otros ochenta misiles sobre Ucrania. Ese ha sido el nuevo ataque masivo de Rusia en su invasión: el noveno a gran escala en solo tres meses, y centrado esencialmente en la infraestructura crítica, porque el objetivo de Vladimir Putin sigue siendo dejar a los ucranianos sin luz para que el invierno sea el que al menos empiece a minarles la moral. En frente, eso sí, Kiev no cede pese a las presiones y a los misiles y trata de recabar más ayuda militar por parte de sus aliados occidentales. La guerra no ha cambiado demasiado cunado se encamina hacia los diez meses y Volodimir Zelenski avisa de que no se van a rendir.
Moscú golpea sobre el frente energético y la capital, Kiev, es uno de los lugares más afectados por los ataques. El alcalde, Vitali Klitschkó, denunció que «Rusia golpeó la orilla izquierda de la capital» en tres distritos. Según el portavoz de la administración militar de la capital ucraniana, Mikhaylo Samanov, «cerca de Kiev fueron detectados más de 40 misiles, 37 de los cuales fueron derribados», un ataque que calificó como el «de mayor envergadura desde el comienzo de la guerra», el pasado 24 de febrero.
Por su parte, el alcalde de Járkov, la segunda ciudad más grande de Ucrania, Ihor Terekhov, informó de «daños colosales» en la infraestructura crítica. Maryna Shevchenko, portavoz de Kharkivoblenergo, la empresa eléctrica de Járkov, reconoció que la ciudad se ha quedado «completamente sin electricidad». Krivói Rog, en la región de Dnipropetrovsk, no solo se quedó sin electricidad, sino que informó sobre la pérdida de tres civiles tras impactar un misil ruso en un edificio. El gobernador, Valentyn Reznichenko, dio cuenta además de trece heridos, incluidos dos niños.
Sobre el terreno los avances son escasos, pero Rusia asedia por el aire y castiga la infraestructura energética. Así, la empresa estatal eléctrica Ukrenergo afirmó que el bombardeo ruso provocó que más del 50% de la red eléctrica del país se quedara afectado, situación ante la cual decretó el estado de emergencia energética. «Teniendo en cuenta que ésta ya es la novena ola de ataques con misiles contra las instalaciones energéticas, la restauración del suministro de energía puede llevar más tiempo que antes», alertó la empresa.
De este modo, adelantó que priorizará la conexión de hospitales, acueductos, calefacción y plantas de tratamiento de residuos. El ministro de Energía ucraniano, Hermán Halushchenko, reconoció que «hay daños en nueve instalaciones de generación, también fueron dañadas subestaciones, lo que restringió la producción eléctrica, especialmente la de generación nuclear». Ucrania asume cuál es el camino a seguir por parte del Kremlin. «Los rusos están tratando de destruir tanto las instalaciones de generación como las de distribución y transmisión. Se trata de otro ataque terrorista», indicó. El Gobierno espera poder restablecer el suministro «lo antes posible», agregó.
Por otro lado, Kiev insiste en que necesita más apoyo militar y defensivo por parte de Occidente para aguantar durante los próximos meses. El ministro ucraniano de Defensa, Oleksii Réznikov, señaló en una entrevista a The Guardian que la efectividad de la defensa antiaérea ha aumentado al 80%. Este viernes fueron derribados 60 de los 76 misiles de crucero de emplazamiento aéreo y naval lanzados por Rusia, según la Fuerza Aérea.
«Una característica del ataque actual fue el lanzamiento de misiles de crucero Kh-101/Kh-555 no solo desde el mar Caspio, sino también desde la región de Sarátov, del aeródromo de Enguels, base de los bombarderos estratégicos Tu-95MS» que fue atacada hace once días por drones ucranianos, señaló. No obstante, las Fuerzas Armadas afirman que la protección del cielo ucraniano es aún insuficiente. «Aunque los medios proporcionados por nuestros socios occidentales han fortalecido la defensa antiaérea en algunas zonas del frente, Ucrania todavía necesita mucho para defenderse», afirmó el portavoz de la Fuerza Aérea, Yuri Ignat.