Nueva York declaró una epidemia de sarampión en el vecindario de Williamsburg, en Brooklyn, y dice que la población mayormente afectada es la judía ortodoxa. El alcalde Bill de Blasio pidió a esta comunidad recibir la vacuna MMR contra el sarampión, paperas y rubeola.es el más grave de los últimos 30 años
La política oficial se tradujo en la campaña de vacunación compulsiva denominada «no esperes, vacúnate», orientada especialmente a las comunidades judías ortodoxas de Brooklyn, absolutamente reticentes a la vacunación.
La alcaldía neoyorkina obligará a los ciudadanos no vacunados a vacunarse y, en caso de oposición, serán aplicadas multas de hasta mil dólares. El brote de sarampión infectó especialmente a los menores de 18 años sin inmunización.
Hasta hoy, se cuentan 280 neoyorkinos infectados, sobre un total de 495 a nivel nacional. «Es un problema urgente que debe abordarse de inmediato», declaró el alcalde, al tiempo que contempló la posibilidad de cerrar las escuelas ortodoxas si sus alumnos no se vacunan.
El sarampión enfrenta a la comunidad judía
El brote de sarampión en la comunidad judía ortodoxa de Brooklyn ha puesto en jaque a las autoridades de Nueva York, que bajo amenaza de multa obliga a la vacunación, un debate que enfrenta a la propia comunidad judía mientras la enfermedad se extiende por el estado.
Desde que el pasado martes el alcalde Bill de Blasio decretará la emergencia pública de salud en el barrio de Williamsburg, el conflicto está servido entre quienes acusan a la medida de coartar las libertades religiosas y los que defienden que es necesaria, con más de 300 casos de sarampión confirmados desde octubre en el estado de Nueva York.
De estos, 285 se han producido en la ciudad de Nueva York, mientras que en el Condado de Rockland, al norte de la urbe, se han registrado 184, y en el de Westchester, otros 8. En total, en Estados Unidos se han registrado 837 casos desde que se inició la epidemia en otoño.
El origen en Nueva York tuvo que ver con el viaje de una familia judía ortodoxa a Israel, donde un niño sin vacunar se contagió de la enfermedad.
Muchos alegan creencias religiosas para no vacunarse. Entre las comunidades judías de Brooklyn circula una publicación que alerta de que las vacunas contienen «ADN de mono, rata y cerdo», están fabricadas con células de fetos humanos abortados y que generan autismo.
La revista llamada «Manual de seguridad de la vacuna» y editada por un grupo llamado Padres que Educan y Abogan por la Salud de los Niños (PEACH, en sus siglas en inglés), ha sido criticada por sus afirmaciones contrarias a la ciencia y respondida dentro de la propia comunidad.
El semanario judío «Der Yid» publicó un editorial, con la novedad de que se imprimió en inglés además de en hebreo, en el que defienden la necesidad de que los padres inmunicen a sus vástagos: «No somos doctores, no hemos estudiado medicina o estadística como esos genios que les advierten contra las vacunas. Pero sabemos a quién creer cuando hay un grave problema de salud», subraya.
Al mismo tiempo, un grupo de profesionales de la salud de la corriente judía del hasidismo han anunciado la puesta en marcha de una revista pro-vacunas, en respuesta, llamada «Padres informados y educados», además de una línea telefónica destinada a refutar las afirmaciones hechas por los antivacunas.
Los choques entre uno y otro bando crecieron en las últimas semanas. Rabinos como Jonathan Leener cuestionan duramente a los judíos ortodoxos que utilizan las creencias religiosas para rechazar las vacunas.
Según Leener, ocurre todo lo contrario. “El valor más sagrado del Judaísmo es la santidad de la vida humana. Nuestra obligación religiosa es protegerla y preservarla. Dado nuestro conocimiento médico actual, uno podría argumentar que bajo la Ley Judía estamos obligados a vacunarnos», responde.
Para Leener, “los judíos que se niegan a vacunarse o no lo hacen directamente» no tiene razón de ser en su religión sino que «simplemente, están desinformados».
Esta es una muestra del debate en el seno de la comunidad judía, que teme que, por algunos padres que deciden no inmunizar a sus hijos, las agresiones antisemitas se multipliquen ya que son fácilmente identificables por su apariencia.