Idalia Herrera y el pequeño Iker llegaron a Estados Unidos en agosto para reunirse con su esposo y sus dos hijas mayores. La migrante hondureña intentó entrar al territorio estadounidense de manera ilegal, por lo que las autoridades migratorias la deportaron a México para esperar la resolución sobre su solicitud de asilo.
Desesperada, intentó cruzar por el Río Bravo. Con su hijo en brazos, encontró la muerte. Los agentes de la Patrulla Fronteriza recuperaron los cuerpos de Idalia e Iker, un bebé de apenas 1 año y 9 meses, en un área cercana al arroyo San Felipe, en el estado norteamericano de Texas.
Desde mayo pasado, su esposo Elmer Córdova había logrado pasar la frontera junto con sus dos hijas y se instaló en Charlotte, en Carolina del Norte. En Nacaome, Honduras, la familia tenía una barbería, pero el negocio se hundió por las protestas contra el gobierno que paralizaron el comercio. Las pandillas criminales de la Mara Salvatrucha terminaron por arruinarlos porque extorsionaban.
El hambre y la desesperación los llevaron a buscar el sueño americano. Primero partió Elmer, junto con las dos niñas. Idalia los alcanzaría después, pero una vez aprehendida por los servicios de migración fue enviada a Matamoros, Tamaulipas, como parte del Programa de Protección al Migrante (PPM).
Ella no cedió, tampoco se derrumbó pese a que pasaba las noches en la calle, desesperada, con el pequeño Iker en los brazos. Viajó a la Ciudad de México para salir del radar de migración e intentó cruzar la frontera por el Río Bravo. No logró llegar a su destino. La fuerza de la corriente del Río Bravo, el Río Grande, la venció.
Datos oficiales del gobierno de México señalan que logró reducir un 50 por ciento el flujo de migrantes centroamericanos que transitan por su territorio rumbo a Estados Unidos. Sin embargo, también duplicó el número de extranjeros detenidos y deportados a sus países de origen.
Del 1 de junio a la fecha, las autoridades mexicanas han repatriado a más de 38 mil migrantes centroamericanos, la gran mayoría son de Honduras (13 mil 728), le siguen los oriundos de Guatemala y El Salvador, con 12 mil 175 y 4 mil 992 deportados, respectivamente.
El endurecimiento de las políticas migratorias de Estados Unidos ha provocado la saturación de ciudades fronterizas mexicanas, por la acumulación de migrantes retornados para esperar la resolución de sus solicitudes de asilo. Los albergues se hallan rebasados: hacinamiento, falta de comida y agua, sin servicios médicos. La estación Siglo XXI -en Tapachula, Chiapas- fue construida para albergar a 960 personas, ahora hay 2 mil. Quienes quedan fuera de los refugios, viven en la calle, duermen a la intemperie, sin acceso a servicios sanitarios y con grandes dificultades para obtener alimentos.
El martes, el cuerpo de un inmigrante chino que intentó ingresar a los Estados Unidos por El Paso, Texas fue encontrado en un canal del Río Bravo en la frontera. 10 connacionales fueron detenidos la víspera por la patrulla fronteriza de EU.
Al menos 25 migrantes extranjeros han muerto en la región este 2019, tratando de obtener asilo político en los Estados Unidos, ocho de ellos en el estado de Chihuahua, 13 ahogados del otro lado de la frontera, aparte de cuatro fallecidos al ser atropellados en El Paso, Texas.