La pandemia generó una gran cantidad de cambios en el mundo, a nivel social, sanitario y económico. Pero eso no es todo: también trajo silencio. El más prolongado y relevante del que haya registro en la historia de la humanidad, según un estudio realizado por 66 investigadores de diferentes partes del mundo y que se publicó en la revista científica Science.
La actividad humana provoca vibraciones que se propagan al suelo como ondas sísmicas de alta frecuencia. Las medidas para mitigar la pandemia de Covid-19 causaron cambios generalizados en la actividad humana, lo que llevó a una reducción de hasta un 50% en el ruido sísmico durante meses.
El ruido sísmico, o vibraciones de la tierra, se suele asociar a los terremotos. Sin embargo, estos las vibraciones en la corteza terrestre, denominadas como ruido sísmico, no sólo son ocasionadas por terremotos. También inciden los movimientos de los mares, cambios en la presión atmosférica, entre otras cuestiones. Y los humanos son la tercera fuente más grande de ruido sísmico.
El cese de actividades, la disminución del flujo vehicular, la reducción de la circulación en sus diversas formas así como la suspensión de los eventos multitudinarios llevaron a una calma que se tradujo en una disminución de las vibraciones en la corteza terrestre.
Los autores hacen alusión a una importante merma en el ruido sísmico ocasionado por la actividad humana. Este período de silencio ofreció la oportunidad, como nunca antes, de detectar señales sutiles de fuentes sísmicas subterráneas que habrán pasado desapercibidas en épocas con mayor ruido. También permitió ver, con mayor precisión, cuánto ruido aporta la actividad humana a la Tierra.
Los investigadores utilizaron datos recopilados de 268 estaciones de monitoreo sísmico en todo el mundo. Estos dispositivos incluyeron sismógrafos técnicos en instituciones académicas, así como Raspberry Shakes, que son sismógrafos utilizados por aficionados. Con esos instrumentos evaluaron los efectos de los bloqueos por Covid-19 en el ruido ambiente sísmico de alta frecuencia (hiFSAN), es decir entre 4–14 Hz.
“Encontramos una reducción casi global en el ruido, comenzando en China a fines de enero de 2020, luego seguida de Europa y el resto del mundo entre marzo a abril de 2020″, destacaron los autores del estudio.
La reducción más fuerte de hiFSAN ocurre en entornos poblados. En una estación sísmica permanente en Sri Lanka, se registró una reducción del 50% en esta métrica después del bloqueo, la más importante que se observara en los datos disponibles de esa estación desde al menos julio de 2013. En Bruselas, Bélgica registraron una caída del 33%.
En Central Park, Nueva , el ruido fue un 10% más bajo durante el cierre en comparación con momentos anteriores. Y Beijing aún no ha alcanzado el nivel promedio de hiFSAN de años anteriores, lo que sugiere que el impacto de Covid-19 todavía está restringiendo el ruido antropogénico allí.
En Barbados, en el Caribe, donde se redujo la circulación en gran parte por la disminución el turismo, el ruido disminuyó un 45% después del cierre implementado el 28 de marzo de 2020, hasta abril de 2020 y se mantuvo un 50% por debajo de los niveles observados en años anteriores durante el mismo período.
La media mundial de ruido disminuyó hasta en un 50% entre marzo y mayo de 2020. La duración de este período representan la reducción de ruido sísmico global más larga y persistente en la historia registrada, lo cual deja en evidencia cómo las actividades humanas impactan en este aspecto.
La disminución del ruido humano les dio a los científicos la oportunidad de escuchar el funcionamiento interno de la Tierra con mayor precisión y menores interferencias. Lo cual puede resultar de utilidad para afinar la identificación de terremotos. Con la información recopilada los científicos consiguieron más información de referencia para poder analizar y comprender mejor la actividad humana y la sismología.