Hay formas comunes en las que las personas, por lo demás inteligentes, socavan sus propios objetivos y traicionan su falta de inteligencia emocional cuando quieren convencer a otros de que los ayuden a conseguir algo, explica Bill Murphy Jr., autor del libro “El empresario inteligente”, en su columna de Inc. En primer lugar, advierte, no logran articular sus objetivos exactos. En segundo lugar, se centran tanto en lo que quieren decir que no tienen en cuenta cómo llegará su mensaje a los oídos de los demás. Por último, agrega, confunden las direcciones y serpentean mientras hablan, de modo que no queda claro lo que esperan que hagan los demás.
“Todo ello es una receta para la confusión, incluso cuando todos tienen las mejores intenciones. Por eso, las personas emocionalmente inteligentes aprenden a adoptar un hábito aparentemente sencillo que les ayuda a superar los tres escollos: la brevedad”, afirma.
El columnista recurre a una cita del legendario autor estadounidense Mark Twain para ilustrarlo: “Si hubiera tenido más tiempo, habría escrito una carta más corta”.
La “regla de Mark Twain” es en realidad una de las citas más famosas del autor fuera de su literatura, corresponde a una carta escrita a un a un amigo hace más de 150 años.
“Twain lo sabía entonces; yo se lo digo ahora: idear un buen mensaje lleva tiempo, pero elaborarlo de verdad -editarlo, por decirlo de otro modo, y asegurarse de que está vinculado eficazmente a los resultados finales deseados- puede llevar mucho más tiempo”, asegura el columnista.
Para el autor, la “regla de Mark Twain” es clave cuando el objetivo es comunicar estratégicamente de una manera emocionalmente inteligente.
Murphy ensaya un ejemplo sobre una maravillosa oportunidad de negocio, pero que también presenta desafíos: “Tal vez tengas una oportunidad única de aceptar un trabajo importante para un cliente de ensueño. Al mismo tiempo, te enfrentas a la escasez de personal y a una pandemia, y necesitarías los mejores esfuerzos de todos para tener alguna posibilidad de que funcione”.
El líder medio -detalla- puede reunir al equipo y explicarle por qué es una gran oportunidad para la empresa y por qué es el momento en que todos deben colaborar y estar a la altura de las circunstancias.
“El líder emocionalmente inteligente, sin embargo, lo enmarca todo desde el punto de vista de su equipo”, propone. Y enumera: “Lo que la oportunidad significa para todos juntos, lo que significa para los colaboradores individuales, y lo que se necesita específicamente de cada persona para alcanzar el objetivo”.
Advierte, sin embargo, que lo difícil es lograr ser breve. “Pero, cuando se hace bien, también se obtiene el beneficio de tener muchas más probabilidades de alcanzar los objetivos finales”.
Murphy explica que el reto es parte de la inteligencia emocional: “Ser consciente de tus emociones y de las de los demás y aprovecharlas para tener más probabilidades de alcanzar tus objetivos finales”.
Para llegar a esa brevedad deseada, el columnista adelanta que muchas veces hay que escribir todo lo que se sabe y dedicar tiempo a desechar las muchas cosas que podrías querer decir (porque estás pensando emocionalmente) para hacer más memorables las que realmente necesitas decir.
“Así pues, sigue la regla de Mark Twain para ser excepcionalmente persuasivo. Dibuja la ruta emocionalmente inteligente y tómate el tiempo de escribir la carta más corta”, recomienda.