La Policía chilena desmanteló en la madrugada de este domingo una fiesta organizada en la capital del país en la que se habían dado cita unas 400 personas, a pesar del toque de queda impuesto a nivel nacional para frenar la propagación del coronavirus.
Una patrulla policial de carácter rutinario detectó un tráfico inusual de personas en las inmediaciones de un cobertizo y tras proceder a controlar la zona accedieron al interior del recinto, donde descubrieron el evento clandestino.
Se trataba de una fiesta de música «guaracha» electrónica, en la que se vendía alcohol de forma irregular y en la que no se había adoptado absolutamente ninguna medida de prevención contra los posibles contagios.
«Un reflejo patente de la estupidez humana»
El ministro del Interior, Gonzalo Blumel, anunció este mismo domingo que su Ejecutivo interpondrá una querella contra los responsables del evento.
Esa actividad es un reflejo patente de la estupidez humana», comentó Blumel, incidiendo en que «organizar una fiesta en medio de una pandemia poniendo en riesgo a tantas personas no solo es un hecho de irresponsabilidad, sino que puede constituir un acto criminal».
Por su parte, la ministra portavoz del Gobierno, Karla Rubilar, condenó los hechos y criticó duramente la actitud de los participantes en la fiesta. «No lograremos ganar la batalla contra el covid-19 si, como anoche, más de 400 personas que se creen invencibles, en pleno toque de queda, van a una fiesta clandestina poniendo en riesgo su salud y la de los demás», aseguró Rubilar.
La persona detenida en primera instancia como responsable del evento está acusada de una infracción del Artículo 318 del Código Penal chileno, que tipifica un delito contra la salud pública. Las penas por este cargo oscilan entre los 60 y los 540 días de prisión.