Ocho simpatizantes de Moqtada Sadr fueron abatidos el viernes en la Zona Verde de Bagdad, y otros 85 resultaron heridos, en pleno caos desde que el líder chiita anunciara su “retirada definitiva” de la política iraquí, según un nuevo balance aportado por fuentes médicas a la agencia AFP.
El Mando militar iraquí decretó un toque de queda nacional y la misión de la ONU hizo un llamado a la prudencia, en un país sumido en un bloqueo político desde las legislativas de octubre de 2021. EEUU también instó a la calma en medio de informes ‘perturbadores’ de disturbios.
La misión de Naciones Unidas en Irak (UNAMI) ha instado a los manifestantes a salir “inmediatamente” de la Zona Verde y desalojar los edificios públicos ocupados en las últimas horas para que el Gobierno pueda seguir desarrollando su labor.
“Las instituciones del Estado deben poder operar sin trabas en servicio de la población iraquí, bajo cualquier circunstancia y en todo momento”, ha señalado la misión, en un comunicado en el que ha reclamado “respeto por el orden constitucional”.
La situación degeneró este lunes en la capital donde, tras el anuncio de Sadr, uno de los principales actores de la política iraquí, cientos de sadristas invadieron el Palacio de la República donde se encuentra el consejo de ministros, en la llamada Zona Verde de Bagdad, señalaron periodistas de AFP.
Los manifestantes ocuparon oficinas, sentados en sillones o haciéndose selfis, y las fuerzas de seguridad intervinieron con bombas lacrimógenas para dispersarlos, dijo una fuente de seguridad.
Pese al toque de queda decretado por el ejército en Bagdad a partir de las 12h30 GMT y en todo Irak hasta las 16h00 GMT, el caos seguía en la capital.
Disparos en la Zona Verde
En las entradas de la Zona Verde, una zona considerada ultrasegura de Bagdad, se oyeron disparos que según testigos fueron entre sadristas y partidarios del Marco de Coordinación, un grupo político pro-iraní enfrentado a los partidarios de Sadr.
Durante casi un año, los principales líderes políticos no lograron ponerse de acuerdo para nombrar a un nuevo primer ministro en Irak, uno de los mayores productores de petróleo del mundo, que sigue sin gobierno ni presidente desde las legislativas.
Para salir de la crisis, Moqtada Sadr y el Marco de Coordinación están de acuerdo en que hay que celebrar elecciones anticipadas. Pero Sadr insiste en disolver primero el parlamento mientras que sus rivales quieren primero nombrar un gobierno.
Tras la entrada de manifestantes en el Palacio de la República, el primer ministro Mustafa al-Kazimi suspendió el consejo de ministros “hasta nuevo aviso”, y convocó a una reunión de seguridad de emergencia en la sede del comando militar.
Sadr, un líder muy influyente e imprevisible, llevaba aumentando la presión en las últimas semanas y desde hace un mes sus partidarios acampan frente al Parlamento e incluso bloquearon brevemente el acceso al máximo órgano judicial del país.
Este lunes anunció su “retirada definitiva” de la política y el cierre de varias instituciones vinculadas a su familia.
El líder chiita es uno de los pesos pesados del país, cuya gran influencia religiosa y política con la comunidad chiita mayoritaria en Irak, puede agravar la crisis o mejorarla.
En las elecciones legislativas quedó primero con 73 escaños (de 329) pero, al no poder formar una mayoría, hizo dimitir a sus diputados en junio, alegando querer “reformar” el sistema y acabar con la “corrupción”.
Según Hamzeh Hadad, investigador invitado del Consejo Europeo de Relaciones Internacionales (ECFR), el anuncio de Sadr “no está muy claro”. “En la tradición sadrista, podemos esperar que dé marcha atrás “, dijo