Como si se tratara de una de las historias fantásticas que inundaban la mente del escritor Gabriel García Márquez, el destino que tuvo uno de los manuscritos de Cien años de soledad, que el propio autor creía perdido, apareció en una biblioteca mexicana.
Según lo publicado por la Real Academia Española en la edición conmemorativa de Cien Años de Soledad, existen cuatro manuscritos de la obra emblemática de García Márquez.
Uno de ellos fue el que el autor envió a la editorial Sudamericana en dos paquetes postales, otro lo llevó Álvaro Mutis a Buenos Aires y había una tercera copia que- según el propio García Márquez- «circuló en México entre los amigos». El cuarto manuscrito viajó a Barranquilla para que lo leyeran Alfonso Fuenmayor, Germán Vargas y Álvaro Cepeda, quienes aparecen en la novela.
De acuerdo con la versión de Álvaro Santana-Acuña, investigador de la Fundación García Márquez consultado por El País, el propio autor se acercó al crítico mexicano Emmanuel Carballo para hablarle de la novela que estaba escribiendo.
«Me gustaría que tú la leas», le dijo, y a partir de entonces -durante un año- cada sábado el escritor le llevaba entregas de su texto y ambos discutían la trama y los personajes para saber qué cosas se podían mejorar.
Durante mucho tiempo, se le perdió el rastro a la copia mexicana. Según la investigación publicada este domingo por el diario El País, en un librero virreinal del inmueble en la colonia Roma se encuentra el texto que el Nobel de Literatura regaló a Carballo.
El destinatario era amigo del fallecido cronista y coleccionista Guillermo Tovar y de Teresa, quienes lograron convencer a Carballo para que les venda el texto. Desde entonces, la famosa obra es resguardada en su biblioteca, que ahora forma parte del tercer Museo Soumaya, de la fundación del millonario Carlos Slim.
El mecanografiado tiene unas 200 correcciones hechas a mano por el propio García Márquez y algunas más de Carballo, quien en los años 60 era el crítico literario más importante del país.
Hoy, el texto está protegido por una caja roja en forma de libro y en cuyo lomo se aprecia el nombre del autor y el título de la obra: «Copia mecanografiada de la novela obsequiada a su corrector el escritor mexicano Emmanuel Caballo. En México, 1965 – 1966».
La colaboración entre el crítico y el autor colombiano puede verse en este tesoro que se resguarda en la capital mexicana. La historia con final feliz parece tener los vericuetos de la pluma de Gabo, que concibió Cien Años de Soledad durante un viaje a Acapulco.
Aunque en una entrevista en 2011 para el mismo diario español García Márquez dijo que podría haber otras copias «en alguna parte del mundo», solo se sabe de la copia que resguarda la Universidad de Texas, la de Barranquilla y la que «circuló entre amigos» sería la que García Márquez obsequió a Carballo. Hasta ahora no hay rastro de la que se envió en dos partes de la editorial Sudamericana.