Ozzy Osbourne, ícono del heavy metal y nativo de Birmingham, fue homenajeado hoy en su ciudad natal tal como él lo deseaba: con música, sin drama y mucho rock.
En una de sus declaraciones más recordadas antes de morir, el legendario cantante expresó con su característico humor negro y estilo provocador:
“Quiero que me entierren con un manzano silvestre sobre la cabeza… para que los niños hagan vino conmigo y se emborrachen.”
Lejos de los homenajes solemnes, Birmingham respondió con un tributo vibrante, lleno de guitarras distorsionadas y fans celebrando su legado. No hubo lágrimas, sino acordes. No hubo silencio, sino gritos. Justo como Ozzy lo habría querido.
Con más de 50 años de carrera, Osbourne no solo redefinió el metal desde Black Sabbath hasta su etapa como solista, sino que también dejó un legado que mezcla irreverencia, genialidad y autenticidad. Hoy, su ciudad le rindió el último aplauso, con vino, guitarras y una manzana silvestre como símbolo eterno.