El arte es interpretación, asociación o dejar que la imaginación arribe a los puertos que el inconsciente le permita. Pero hay convenciones, hay verdades, como cuando se observa El grito de Edvard Munch, la pintura más célebre del artista noruego. Sin embargo, tampoco es tan así.
Si casi 500 años después la Mona Lisa sigue despertando interrogantes sin respuesta, ahora se debe sumar este famoso cuadro, que tiene cuatro versiones y que en el siglo pasado, además, sumó a su anecdotario el hecho de haber sido robado en dos oportunidades y que durante la Guerra Fría, la revista Time la llevó a su portada como un comentario sobre la era y la bomba atómica.
Es que El grito no deja mucho espacio para dejarse volar la inventiva. Allí, un hombre, sostiene su rostro mientras su boca parece emitir un sonido, de allí su denominación, de allí su interpretación. Aunque, de acuerdo al Museo Británico, que va a presentar una exposición dedicada a Munch en la que se encuentra una impresión en blanco y negro de la imagen, ésta interpretación es errónea, en El grito de Munch no hay grito alguno.
«Esta versión rara del Scream que estamos exhibiendo en el Museo Británico deja en claro que la obra de arte más famosa de Munch representa a una persona que escucha un ‘grito’ y no, como muchas personas continúan asumiendo y debatiendo, una persona grita», dijo Giulia Bartrum, curador de una próxima exposición dedicada al artista noruego.
La litografía, explican, a diferencia de las obras de colores, presenta una inscripción de Munch que reza: «Sentí un gran grito en toda la naturaleza» y sostienen que es una clara referencia a la manera en que obtuvo la inspiración para llevarla adelante.
Munch caminaba por un fiordo que dominaba Oslo en 1892 cuando el cielo se puso rojo sangre, una visión que tuvo un profundo efecto en él. «Munch incluyó deliberadamente el título de esta versión para describir cómo se inspiró en la ansiedad que repentinamente sintió. Estaba tratando de captar una emoción o momento en el tiempo. A través de la inscripción sabemos cómo se sintió. La gente piensa que esta es una persona que grita pero eso no es lo que está pasando. Es un hombre oyente, ya sea en su cabeza o no. Siente la sensación de la naturaleza gritando a su alrededor».
Edvard Munch: amor y angustia, que se llevará a cabo en el Museo Británico desde el 11 de abril hasta el 21 de julio, será la exposición más grande de las impresiones del artista en el Reino Unido en 45 años e incluye casi 50 préstamos del Museo Munch.
El grito es lo más destacado: la impresión en blanco y negro se difundió ampliamente en la vida de Munch y lo hizo famoso. El tratamiento monocromático enfatiza las líneas onduladas en el cielo que «dan la sensación de un diapasón resonando alrededor de la figura», dijo Bartrum. «Cuando lo miras, casi puedes escuchar un sonido».
«No tengo ninguna duda de que esta figura icónica está reaccionando a las fuerzas externas de la naturaleza en esa ladera. Lo que aún se puede debatir es si, para Munch, esas fuerzas eran reales o psicológicas».
La cuestión de si la figura está gritando o escuchando ha estado viva durante décadas. El ex director del Museo Munch en Oslo, Gunnar Soerensen, dijo: «Podría ser un grito en la naturaleza o una persona que grita. Es una cuestión de interpretación».
Para Stein Olav Henrichsen, sucesor de Soerensen, el British Museum tiene razón: «Hay muchos comentarios sobre este trabajo, pero tenemos las propias palabras de Munch y esta es una persona que se cubre los oídos mientras escuchan los gritos de la naturaleza.