Este viernes, Corea del Norte hizo oficial las cifras sobre el brote de Covid-19 y la situación no es alentadora. Las autoridades reportaron los primeros seis muertos, uno por coronavirus y otros cinco que probablemente también estaban enfermos, y decenas de miles que son potenciales contagiados.
Pyongyang no ha inoculado a ninguno de sus más de 24 millones de ciudadanos y si bien había comunicado que estaba desarrollando su propia vacuna, no ha habido mayores novedades al respecto. Aun así, el gobierno de Kim Jong-un se mantuvo firme en sus intenciones de no aceptar ninguna asistencia extranjera.
En 2021 incluso desestimó una donación de aproximadamente cinco millones de dosis provenientes del mecanismo COVAX. Más allá de la ausencia de vacunas, tampoco cuenta con un plan nacional ni el personal como para llevar a cabo un procedimiento a gran escala.
Estados Unidos expresó en estas horas que no está interesado en facilitar inoculantes hacia Corea del Norte, pero se mostró dispuesto a acompañar los esfuerzos de la comunidad internacional con los envíos.
Por su parte, Rusia afirmó que considerará cualquier pedido de Pyongyang para conseguir suministros contra el Covid-19. «Los camaradas norcoreanos conocen muy bien nuestras diversas inoculaciones y nuestra experiencia con el coronavirus», aseveró el viernes Dmitri Peskov, portavoz del Kremlin.
Según detalló la agencia KCNA, el líder norcoreano visitó el pasado jueves el centro de emergencia epidémica nacional y advirtió que «desde finales de abril» una fiebre “desconocida” se esparció en el país.
Desde esa fecha, alrededor de 350.000 personas han tenido fiebre, pero 162.000 ya se han recuperado. Con un rígido aislamiento internacional, que incluyó la negativa para ingresar al país de cualquier persona –extranjera o autóctona-, creen que el virus entró a través de un traficante ilegal de mercancías.
Actualmente hay 187.000 personas que han sido recluidas a realizar la cuarentena por tener síntomas compatibles con el coronavirus y están bajo observación. No obstante, el momento se torna más complejo considerando la escasez de recursos médicos y la limitada capacidad de testeo, según marcó el último reporte de la Organización Mundial de la Salud (OMS).
Alarmado por la peligrosidad que implica la rápida propagación de Ómicron, la cual sometió al mundo en poco tiempo, Kim indicó ante los miembros del politburó (el máximo órgano ejecutivo del país) que instó a «todas las ciudades y condados del país a confinar completamente sus áreas», pero sin dejar de lado a los centros agrícolas y de producción.
«La situación es grave, lo más urgente es que la ONU y la comunidad internacional donen ayuda humanitaria, incluyendo medicinas para tratar el Covid», expresó Lina Yoon, investigadora para Corea del Norte de Human Rights Watch (HRW).
Yoon añadió que el país tiene debilidades en suministros como antivirales, vacunas y la infraestructura necesaria para mantener las cadenas de frío.
La aparición de Ómicron en Corea del Norte sucede en una época del año importante en el país, dado que en la temporada de mayo-junio se produce la siembra de arroz, vital para la despensa del país.
También es el momento de mayor escasez alimentaria puesto que se terminan los productos cosechados en otoño e invierno, pero aún no es posible recolectar los de la época siguiente.
Implantar un confinamiento podría ser un golpe fatal para una economía cada vez más empobrecida.