La frontera «no está abierta». Ese sigue siendo el mensaje del Departamento de Seguridad Nacional (DHS, por sus siglas en inglés) de Estados Unidos ante la llegada masiva de migrantes centroamericanos y suramericano a Texas, en su frontera con México.
Tras la reciente llegada de cerca de 15.000 migrantes irregulares a Del Río, ciudad fronteriza en el estado de Texas, el Ejecutivo del presidente Joe Biden pretende poner en marcha este 19 de septiembre un plan para acelerar las deportaciones de los recién llegados con una media de tres vuelos diarios, según el diario ‘The Washington Post’.
No obstante, desde el DHS se mantienen firmes respecto a la estricta política migratoria que rige actualmente en Estados Unidos. Con la decisión de repatriar a miles de migrantes, las autoridades del país dejan claro el mensaje de que travesías desde países como Haití, que puede durar hasta cinco meses y en las que los migrantes exponen su vida en múltiples situaciones, no aseguran a nadie la entrada al país.
El 18 de septiembre, el DHS informó del traslado de unos 2.000 migrantes del campamento en Del Río para su procesamiento y probable expulsión de EE. UU. Estos traslados continuarán «para garantizar que los migrantes irregulares sean rápidamente detenidos, procesados y expulsados de Estados Unidos de acuerdo con nuestras leyes y políticas», dijo la entidad a través de un comunicado.
La agencia también se comprometió a «acelerar el ritmo y aumentar la capacidad de los vuelos de deportación a Haití y otros destinos» en las próximas 72 horas. Además, el organismo anunció que enviaría cerca de 400 agentes a Del Río para tramitar el procesamiento de los migrantes e indicó que enviará más en caso de ser necesario.
A pesar de estar bajo las críticas de los republicanos y los llamamientos a la acción de los demócratas, por el momento el presidente Joe Biden no se ha pronunciado ante la reciente llegada de más de 10.000 migrantes a la frontera sur del país, donde aguardan en situaciones de extrema precariedad con la esperanza de entrar a EE. UU.
Dejan atrás la pobreza y la inseguridad en búsqueda de una mejor vida en EE. UU.
Del Rio es una ciudad de cerca de 35.000 habitantes y se encuentra en un tramo relativamente remoto de la frontera, que carece de capacidad para retener y procesar un número tan grande de personas.
En medio del colapso de la ciudad, las imágenes de personas yendo y viniendo en los últimos días desde México a Estados Unidos para comprar agua, comida y otros artículos en Ciudad Acuña antes de volver al campamento de Texas se han convertido en icónicas de una crisis migrante cada vez más evidente.
Los migrantes –haitianos, cubanos, venezolanos y nicaragüenses– pasan las noches bajo el puente de Del Río, donde las condiciones se están deteriorando debido a que se acumulan la basura y las heces de las personas al rededor de los asentamientos. Pero las motivaciones de estas por hacer una nueva vida en Estados Unidos son más fuertes que estas adversidades.
«Todos buscamos una vida mejor», dijo Junior Jean, uno de los presentes Jean, un hombre de 32 años procedente de Haití, señaló cómo la gente cargaba cautelosamente cajas de agua o bolsas de comida a través del río, cuya corriente les llega hasta las rodillas. En su caso, aseguró que había pasado los últimos cuatro años de su vida pidiendo limosna en la calle.
Como el suyo hay muchos casos. Judith Joseph, haitiana diabética e hipertensa de 43 años, partió de Chile el 10 de julio y llegó a Tapachula, México, el 6 de septiembre junto a sus hijos menores de edad.
«Cuando pasamos la selva (…), donde estaba la montaña de Panamá, cruzábamos el río y ahí morían personas. Era muy fuerte», recuerda su hijo Samuel, de 11 años, quien recuerda el paso del Darién, entre Colombia y Panamá, como el más peligroso de toda la travesía.
Desde 2010, tras el terremoto que se cobró la vida de más de 200.000 personas, muchos haitianos decidieron abandonar su país y se trasladaron a otras naciones latinoamericanas. Ahora, la inestabilidad actual en Haití, ha hecho que muchos más hayan abandonado el país.
Respecto de la situación, el primer ministro haitiano, Ariel Henry, dijo que «ya se han hecho arreglos» para recibir a los que regresen a la nación caribeña y para que dejen de sufrir «humillaciones» en la frontera de México con Estados Unidos. «Comparto su sufrimiento y les digo bienvenidos a casa», aseguró a través de sus redes sociales.
La política migratoria de expulsiones de Estados Unidos
Si bien Joe Biden prometió revertir las duras políticas migratorias implantadas por Donald Trump para frenar la afluencia de ciudadanos indocumentados hacia el país norteamericano, no son muchos los cambios realizados en sus primeros nueve meses de gobierno respecto a estas medidas.
Actualmente, una normativa instaurada al inicio de la pandemia por Trump permite expulsar inmediatamente a los migrantes sin darles la oportunidad de pedir asilo, alegando la necesidad de proteger a los ciudadanos del país ante la llegada de personas contagiadas de Covid-19.
La estricta normativa frustra las oportunidades de muchos migrantes de asentarse en EE. UU., ya que a diferencia de las deportaciones, en las expulsiones no se puede solicitar asilo. Biden decidió mantener esta ley, pero optó por eximir a los niños que viajan solos por motivos humanitarios. Esto en sí se convirtió también en una problemática para Biden, ya que muchas familias comenzaron a enviar solos a sus hijos menores, exponiéndolos a abusos y penurias.
Nicole Phillips, directora legal del grupo de defensa Haitian Bridge Alliance, sostuvo que el Gobierno de Biden debería procesar a los migrantes y permitirles solicitar asilo en consonancia con el derecho internacional.
«Realmente es una crisis humanitaria (…) Es necesario que haya mucha ayuda en la frontera ahora mismo», apuntó Phillis.
Solo en agosto, las autoridades estadounidenses realizaron 209.000 detenciones en la frontera y desde que Joe Biden asumió el cargo en enero, más de 1,3 millones de migrantes han sido detenidos. Se trata de la cifra de detenciones de migrantes más alta de los últimos 20 años.
Aun no veo el tweet de la muñeca qie aun no sale del closet, ordenarle a eEstados Unidos, no deportar a los Salvadorrños, ni ordenar que les den pollo campero todos los dias que los tienen presos, ni qie los encierren en hoteles 5 estrellas.