El juicio contra Ghislaine Maxwell, la heredera británica acusada en Estados Unidos de captar adolescentes para que el magnate Jeffrey Epstein abusara sexualmente de ellas, comienza este lunes en un tribunal de Manhattan más de un año después de su arresto.
La Fiscalía afirma que demostrará que Maxwell ayudó a Epstein -quien se suicidó en una celda neoyorquina en agosto de 2019 tras ser acusado de tráfico sexual de menores- a “reclutar, preparar y por último abusar” de jóvenes víctimas, en algunos casos de 14 años.
En concreto, aseguran que físicamente trasladó a las jóvenes para que fueran abusadas por Epstein, por lo que está acusada, entre otros cargos, de tráfico sexual de menores y de incitar a un menor a viajar para participar en actos sexuales ilegales.
El caso ha recibido enorme atención mediática porque varias importantes figuras del mundo de la política y el espectáculo han sido relacionados con Epstein y su explotación sexual de menores, entre ellas el príncipe Andrés de Inglaterra -actualmente acusado en otro caso en Nueva York por una de las supuestas víctimas del empresario- y los ex presidentes Bill Clinton y Donald Trump.
Algunas de las primeras imágenes en las que Maxwell y Epstein aparecen juntos datan de 1992, y se cree que poco después iniciaron una relación sentimental.
Más tarde, Maxwell, que se enfrenta a un máximo de 80 años de prisión si es hallada culpable, pasaría a convertirse en su asistente, y según la acusación, empezó a ayudar a Epstein a reclutar chicas jóvenes para que él abusara sexualmente de ellas a partir de1994, algo que habría sucedido hasta 2004.
La británica, de 59 años, ha permanecido entre rejas en un centro penitenciario de Brooklyn desde su detención en una mansión en una zona rural de New Hampshire en julio de 2020 tras permanecer un año en paradero desconocido, siguiendo el suicidio Epstein.
Hija del polémico empresario que fue dueño del diario sensacionalista The Daily Mirror, Robert Maxwell, la acusada ha afirmado ser inocente de manera repetida durante las vistas previas, pese a lo cual se le ha negado en varias ocasiones la libertad bajo fianza por el elevado riesgo de fuga, dadas las importantes conexiones con las que cuenta y las tres nacionalidades que posee (británica, francesa y estadounidense).
Recientemente, los hermanos de Maxwell han denunciado en una carta a la ONU que su detención es “arbitraria” y que lleva “erróneamente en confinamiento solitario unos 500 días”, por lo que se han violado su derecho a defensa y su presunción de inocencia.
El pasado 16 de noviembre comenzó oficialmente el proceso con la selección del jurado, que la jueza del caso, Alison Nathan, decidió fuera pública, pese a que los abogados de Maxwell habían pedido que se hiciera a puerta cerrada para evitar dar mayor publicidad a un caso ya de por sí extremadamente mediático.
Nathan, sin embargo, argumentó que prevalece la primera enmienda de la Constitución, que protege la libertad de prensa.
La togada ha desestimado casi todas las peticiones de la defensa, como levantar el anonimato de las víctimas que testificarán en la sala bajo seudónimo, y para proteger su identidad ha prohibido la labor de los llamados “artistas de la sala”, contratados para dibujar casos mediáticos de los que no pueden obtenerse fotografías.
Los abogados de Maxwell, François Zimeray y Jessica Finelle, han denunciado públicamente en varias ocasiones las condiciones de insalubridad de la cárcel en la que se encuentra, además de una vigilancia las 24 horas que no le permite descansar, y subrayan que es “percibida y tratada” como culpable debido a los numerosos documentales, libros y artículos que documentan las alegaciones en su contra.