La confesión del volante nigeriano ha impactado a los medios, ya que en silencio sufrió durante su participación en el partido sabiendo que su padre se encontraba secuestrado. Horas antes de iniciar el encuentro recibió una llamada de un familiar diciendo que tenían a su padre y querían una recompensa a cambio.
Mikel, dijo que mientras mientras viajaba en el microbús de Nigeria hacia San Petersburgo para medirse ante la albiceleste, un integrante de su familia lo llamó para darle la terrible noticia. En cuanto supo del secuestro, se comunicó con las personas que mantenían cautivo a su padre, para arreglar el rescate.
“Recibí una llamada cuatro horas antes del inicio del partido para contarme qué había pasado. Me dijeron que lo matarían si se lo informaba a las autoridades o se lo contaba a alguien. Tampoco quería discutirlo con el entrenador porque no quería que mi problema se convirtiera en una distracción para él y el resto del equipo el día de un juego tan importante”, relató el capitán al medio inglés “The Guardian”.
Esta es la segunda ocasión en que secuestran a su padre, la primera fue en el año 2011 también en Nigeria.
“Estaba emocionalmente angustiado, confundido, y tuve que tomar una decisión sobre si estaba mentalmente listo para jugar. No sabía qué hacer pero, al final, supe que no podía dejar a 180 millones de nigerianos. Tuve que cerrarlo de mi cabeza, suprimir el trauma e ir a representar a mi país. Jugué mientras mi padre estaba en manos de ladrones”, agregó.
Tras una semana de encierro, su padre fue liberado en las últimas horas por las fuerzas de seguridad de Enugu y aún no hay detenidos. El papá de Mikel fue obligado a caminar cinco kilómetros bajo una intensa lluvia hasta donde fue retenido, se conoce que Obi pagó 24 mil euros por su rescate.
“Agradezco a las autoridades policiales por sus esfuerzos de rescates. Desafortunadamente, mi padre ahora está en el hospital por la tortura que recibió durante su captura”, lamentó el jugador.