Brasil celebra este martes su Día de la Independencia bajo alta tensión, debido a las manifestaciones convocadas por el presidente ultraderechista Jair Bolsonaro, que confía en movilizar masivamente a sus bases, pero también por sus opositores.
Bajo importantes operativos de seguridad para proteger los edificios públicos y prevenir episodios de violencia, Brasilia y Sao Paulo se preparan para recibir actos masivos articulados por los seguidores más radicales del presidente.
En Brasilia, que estará protegida por 5.000 agentes, cientos de manifestantes se concentraron desde el lunes por la noche en la región central. Tras romper un bloqueo policial, muchos de ellos ingresaron con camiones y otros vehículos por la avenida que conduce al Congreso, al Supremo Tribunal Federal y otros edificios del gobierno.
«¡Acabamos de invadir! La policía no pudo contener al pueblo! Y mañana vamos a invadir el STF», gritaba uno de los partidarios del presidente en un video difundido por los medios locales.
«¡Acabamos de invadir! La policía no pudo contener al pueblo! Y mañana vamos a invadir el STF», gritaba uno de los partidarios del presidente en un video difundido por los medios locales.
A pesar de afirmar que el objetivo de las marchas es defender la «libertad», muchos de los manifestantes que apoyan a Bolsonaro y que se organizaron mediante las redes sociales prevén enarbolar eslóganes en favor de ataques a las instituciones democráticas.
Algunos incluso piden una «intervención militar» comandada por el mandatario, de 66 años, un excapitán del Ejército nostálgico de la dictadura militar (1964-1985).
El rumbo que tomarán las movilizaciones es incierto y ha acaparado el debate público en Brasil, inclusive con alertas para evitar algo similar a la invasión en enero pasado del Capitolio de Estados Unidos por partidarios del entonces presidente Donald Trump.
Más de 150 intelectuales y personalidades políticas de 26 países, entre ellos el ex primer ministro español José Luis Rodríguez Zapatero y el filósofo estadounidense Noam Chomsky, firmaron una carta abierta este lunes denunciando una «amenaza inminente a la democracia brasileña».
«Ultimátum» de Bolsonaro –
La jornada empezará con el acto oficial del izamiento de bandera a las 12H00 GMT en el Palacio de la Alvorada, la residencia del jefe de Estado en Brasilia.
Bolsonaro afirmó en los últimos días que espera movilizaciones multitudinarias para enviar un «ultimátum» a los jueces de la corte suprema que abrieron varias investigaciones contra él y su entorno, entre otras cosas por difundir informaciones falsas.
El exparacaidista, cuya popularidad está en su nivel más bajo en gran parte por su gestión de la pandemia y la crisis económica, participará por la mañana en los actos de Brasilia y por la tarde en Sao Paulo, donde espera reunir a «millones» en la emblemática Avenida Paulista.
A tres kilómetros de allí, en Vale do Anhangabau, está prevista la principal manifestación opositora de la megalópolis bajo el lema «Fuera Bolsonaro».
Para Geraldo Monteiro, politólogo de la Universidad Estatal de Rio de Janeiro, Bolsonaro se juega «el todo por el todo» después de haber estirado la cuerda al máximo con sus ataques recurrentes al sistema electoral, la corte suprema y el Congreso.
Si tiene éxito, Bolsonaro ofrecerá una «demostración de fuerza que puede darle más margen de maniobra» y un nuevo impulso para las elecciones presidenciales de 2022, en las que según los sondeos sería ampliamente derrotado por el expresidente izquierdista Luiz Inácio Lula da Silva, quien todavía no ha confirmado su candidatura.
Pero en caso de fiasco, el presidente estará «aún más acorralado», con el riesgo de ser abandonado por sus aliados políticos y el mundo empresarial.
Policías manifestantes
Entre los temores de los especialistas en seguridad está la posible presencia entre los manifestantes de policías armados, una clase que apoya ampliamente al presidente.
Según una encuesta publicada el domingo por el periódico O Globo, el 30% de los policías tenían la intención de salir a las calles este martes, aunque el reglamento les impide involucrarse en manifestaciones políticas, incluso en sus días libres.
Bolsonaro criticó abiertamente la semana pasada a aquellos jueces y gobernadores que anunciaron medidas para evitar que los policías acudieran a las marchas.
«Es un crimen [prohibir la manifestación de policías], digno de una dictadura. Quieren reducir el movimiento. Pero un policía de civil en su día libre puede contribuir con la seguridad del evento», afirmó.