Brasil registró 3.693 muertes por COVID-19 en las últimas 24 horas y el total de fallecidos ya roza los 350.000, cifras que confirman que el gigante suramericano pasa por el peor momento de la pandemia, informó este viernes el Gobierno.
En números totales, Brasil ya suma 348.718 víctimas y el total de infectados subió a los 13.373.174, tras contabilizar 93.317 casos en la última jornada, según el más reciente boletín del Conselho Nacional de Secretários de Saúde (Consejo Nacional de Secretarios de Salud, o CONASS).
En lo que va de esta semana el país ya alcanza 17.285 muertos. El último récord diario de muertes se registró la víspera (4.249 óbitos), luego de superar a los 4.195 del martes, cuando el país sobrepasó por primera vez, la marca de los 4.000 fallecidos.
Desde marzo las cifras de fallecidos por COVID-19 no paran de subir en Brasil y su más fuerte incremento se ha registrado en las dos primeras semanas de abril.
Según datos oficiales, el promedio diario de la última semana se ubica en las 2.930 víctimas, mientras que la media de contagios en el mismo período asciende a los 66.156 casos confirmados.
Las funestas cifras coinciden con un lento proceso de vacunación del que solo se ha beneficiado a un 10 % de sus más de 210 millones de habitantes con la primera dosis, y al 3 % con la segunda.
El gigante latinoamericano atraviesa el momento más crítico de la pandemia, donde además de los problemas para enfrentar una vacunación masiva por falta de dosis, tiene el sistema de salud colapsado en buena parte del país.
Pese a las cifras, Río de Janeiro, la segunda ciudad de Brasil más azotada por la covid, optó por flexibilizar desde este viernes las medidas que mantuvieron cerrados los comercios durante diez días.
La ‘cidade maravilhosa’, que tiene una fila con más de 640 personas con covid a la espera de un cupo en una Unidad de Cuidados Intensivos, reabrió este viernes los bares, restaurantes y centros comerciales con restricciones de horario. Sin embargo, continúan prohibidas las actividades deportivas colectivas y el acceso a playas, cascadas, parques, así como permanecer en las vías, áreas y plazas en las noches y madrugadas.
Entre tanto, Sao Paulo, la región más poblada de brasil con unos 46 millones de habitantes, continúa con buena parte de las restricciones, que solo permiten la operación de servicios esenciales, aunque volverá a abrir las escuelas a partir del lunes y permitirá que regrese a las canchas el campeonato regional de fútbol.
En Brasil ha sido una constante la polémica entre quienes piden restringir la movilización de las personas y los que creen que ese tipo de medidas causan problemas mayores, como un detrimento económico, entre ellos el presidente Jair Bolsonaro.
La controversia tuvo este viernes un nuevo capítulo, pues Bolsonaro acusó a la Justicia de hacer “activismo político” en contra del Gobierno, a propósito de dos fallos de la Corte Suprema de Brasil relacionados con la pandemia.
Una de las decisiones respaldó la inclusión de iglesias entre los “servicios no esenciales” que pueden ser cerrados temporalmente para contener el avance del virus, en tanto que la otra ordenó al Senado abrir una investigación sobre supuestas omisiones del Gobierno en el combate a la covid-19.
Este último fallo supone que el Senado deberá instalar una comisión para investigar la crisis sanitaria, con poderes de convocar ministros y autoridades a dar explicaciones sobre una gestión que grupos de oposición no dudan en catalogar de “genocida”.