La Policía Federal Australiana (AFP, por sus siglas en inglés) logró arrestar a 224 delincuentes bajo 526 cargos en todos los estados del territorio continental del país gracias a una operación conjunta con el FBI lanzada en 2018. Desde el inicio de la operación, las autoridades australianas incautaron asimismo 3,7 toneladas de estupefacientes, 104 armas y 35 millones de dólares en efectivo, al tiempo que desmantelaron seis laboratorios de drogas clandestinos.
Los agentes de la ley idearon una estrategia encubierta para desenmascarar a varios grupos de crimen organizado considerados entre los principales distribuidores de drogas del mundo con el uso de comunicaciones encriptadas. Tras tumbar el proveedor de plataformas cifradas Phantom Secure, el FBI obtuvo acceso a una aplicación de mensajería encriptada llamada ANoM y empezó a administrarla sin que el mundo delictivo se diera cuenta.
La ‘app’, que era utilizada por traficantes de drogas y de armas e incluso para planificar asesinatos, se instalaba en celulares privados de sus funciones básicas, con los que, por ejemplo, no se podía realizar llamadas o enviar correos electrónicos. Los dispositivos con ANoM instalada solo podían enviar mensajes a otros dispositivos similares y se podían adquirir únicamente en el mercado negro.
Como los teléfonos con la ‘app’ de mensajería encriptada gozaban de popularidad entre figuras prominentes del mundo criminal, que confiaban en ese servicio por considerarlo un refugio seguro de los ojos de las autoridades, ANoM circulaba de forma profusa entre los infractores de la ley. «No puedes ir a una tienda y comprar esta cosa. Tienes que conocer a un delincuente que tiene acceso a ella», resumió el detective superintendente australiano Des Appleby.
Los equipos técnicos de la Policía Federal Australiana y el FBI pudieron intervenir los mensajes encriptados de ANoM y leer las comunicaciones de los delincuentes en tiempo real. Gracias a ello, los agentes lograron interceptar una veintena de amenazas de muerte y potencialmente salvaron la vida de «una cantidad significativa de transeúntes inocentes» al actuar a tiempo.
La operación conjunta llevó a arrestos tanto en Australia como en otros países y permitió presentar acusaciones formales contra sujetos vinculados a la mafia italiana radicada en Australia, bandas de moteros ilegales, un sindicato del crimen asiático y miembros del crimen organizado albanés.
La intercepción de las comunicaciones en ANoM formó parte de una operación global llamada Trojan Shield (‘Escudo Troyano’), liderada por el FBI, que contó con la participación de la Administración de Control de Drogas de EE.UU. (DEA), Europol y las fuerzas del orden público de más de una docena de países, con lo cual se prevén más comunicados oficiales al respecto.