Había dudas de su regreso. Había dudas de su nivel competitivo. Preocupaba que la calidad de Rafa Nadal hubiese desaparecido en casi un año de ausencia en pistas. Pero por algo forma parte del Big Three. Por algo, Nadal es el cuarto tenista más ganador de la historia del tenis. Por algo, está entre los mejores del mundo. Este jueves se medía en octavos de final de Brisbane ante el australiano Jason Kubler, a quien superó con solvencia y sin demasiadas complicaciones por un contundente 6-1 y 6-2. En cuartos, lo espera Jordan Thompson, a quien se enfrentó en su debut en dobles el domingo junto a Marc López.
Volvía a saltar Rafa al Pat Rafter Arena. Lo hizo el martes en el que era su debut. Nervios, incertidumbre, pero sobre todo confianza y decisión. Rafa lo demostró ante Dominic Thiem a quien superó por 7-5 y 6-1 en lo que ya anticipó que había vuelto para quedarse. Errores al resto en el inicio del encuentro es la única pega que se le puede poner a la actuación del español. “Cualquier cosa puede pasar en este tipo de días, después de tanto tiempo sin estar en un partido de tenis profesional”, se mostraba humilde en la rueda de prensa posterior al encuentro. Pero la superioridad y calidad del que reinó en el trono durante 209 semanas volvió a aparecer este jueves ante el local Kubler.
Comenzaba sirviendo el español en un juego que se anotaba sin demasiadas complicaciones. El segundo, aunque al resto, tampoco le resultó complicado. Tres bolas de break para Nadal con un casillero en blanco de Kubler, de las que solo necesitó la primera para romper el saque; y otro en blanco para certificar la superioridad (3-0). Hasta este momento, el australiano solo había conseguido sumar un punto, y con 15-30 en el marcador, anotaba el primero en su saque. Pero no podía hacer nada contra Nadal. Hasta cinco deuces en el cuarto juego, pero es innegable la sabiduría y calidad de Rafa. Con una volea alta de revés consiguió el break. Le tocaba servir a Rafa para set, pero Kubler tuvo que ser atendido por molestias en su codo derecho. En la reanudación, Nadal fallaba hasta en tres ocasiones dejándole tres bolas de rotura al local, pero conseguía remontar para anotarse el primer set.
En el descanso entre sets, Kubler volvía a ser atendido por sus dolencias en el codo. Rafa aprovechaba el toilet break para marcharse al vestuario, acción que le costó un warning de Gabas. El siguiente retraso supondría una penalización de un punto. Sonreía Rafa ante el aviso. Desde luego, no iba a suponerle mucho castigo ante tal superioridad. Comenzaba rompiendo el servicio del australiano en blanco y lo afianzaba con su saque. Dos juegos de respiro le dio a Kubler en este segundo set, uno más que en el anterior, para anotarse el set, el partido y el pase a cuartos por 6-2.
Los gestos característicos y minuciosos de Rafa estaban de vuelta. Andar en líneas rectas o colocar las botellas de forma ordenada y perfectamente en su sitio. El mismo ritual al sacar, calzoncillos y retirar cualquier gota de sudor de su frente y de sus pómulos pasándose la muñequera, primero del lado derecho de la cara, luego del lado izquierdo. Cualquier gesto es bueno para saber que Rafa nunca se fue.