La desesperación de Khalida Popal, quien fuera capitana de la selección de fútbol femenina de Afganistán, es tanta que le recomendó a las actuales jugadoras que borraran toda identidad pública que tengan y quemen sus uniformes deportivos para evitar más hechos lamentables tras el regreso de los talibanes al poder.
Popal es cofundadora de la liga de fútbol femenino de Afganistán y es activista. Desde niña practicó futbol y en 2003 llegó a ser profesional, siguió en crecimiento pleno y en 2007 se convirtió en la capitana de la selección mayor de su país. Sin embargo, la popularidad de ese equipo le hizo tomar una decisión drástica para salvar su vida.
Recibió amenazas de muerte por los talibanes y se tuvo que marchar a India en 2011 y luego pedir asilo en Dinamarca. Desde ese momento reside en Copenhague. Desde allá alentaba a sus compañeras a mantenerse firmes y audaces, pero ahora cambió su parecer.
“Hoy las llamo y les digo que anoten sus nombres, eliminen sus identidades, retiren sus fotos por su seguridad. Incluso les estoy diciendo que se quemen o se deshagan de su uniforme de la selección nacional”, declaró a Reuters la jugadora de fútbol.
Reconoce que para ella no es fácil asumir esta nueva posición, pero las circunstancias la obligan.
“Y eso es doloroso para mí, para alguien como activista que se puso de pie e hizo todo lo posible para lograr y ganarse esa identidad como jugadora de la selección nacional femenina. Ganarnos esa insignia en el pecho, tener el derecho a jugar y representar a nuestro país, cuánto nos enorgullecíamos”.
“Tienen miedo y no tienen a quien acudir”
Los talibanes son reconocidos por violentar los derechos humanos de la mujer y mientras estuvieron en el poder entre 1996 y 2001 cometieron aberraciones que dejaron secuelas por muchos años en Afganistán.
Las féminas no podían trabajar, manejar vehículos, usar burka (ropa islámica para mujeres) y las niñas tenían terminantemente prohibido asistir a los colegios, entre otras prohibiciones. Todo esto amparado por la ley islámica, y para hacer cumplir esas normas estaba la policía religiosa de los talibanes.
“Tienen tanto miedo. Están preocupadas, tienen miedo, no solo las jugadoras, sino también las activistas… no tienen a nadie a quien acudir, a buscar protección, a pedir ayuda si están en peligro”, declaró sobre la actual situación que viven las mujeres con el retorno de los talibanes al poder.